album-art

“King Jesus”: la nueva teoría sobre la identidad de Jesucristo

Publicación de msn noticias. Textos y foto de  El Confidencial.

Pocos temas existen que obsesionen tanto a la sociedad occidental como el verdadero rostro de Cristo. Quizá el tamaño medio del miembro masculino o qué engorda más, si las grasas o los carbohidratos, puedan resultar más llamativos, pero están ahí ahí con la identidad del Mesías. ¿Era como nosotros? ¿Llevaba melena y barba de verdad? ¿Se parecía a James Caviezel? Al fin y al cabo, no hay ninguna descripción física concreta de Jesús en los Evangelios.

De ahí que la afirmación del escritor Ralph Ellis de que ha encontrado la única representación del rostro de Cristo haya sorprendido a la prensa internacional. El inglés sigue la tesis ya expuesta en su libro ‘Jesus, King of Edessa’ (Adventures Unlimited Press) que afirma que Jesucristo y el rey Manu eran la misma persona. Por lo tanto, la moneda del primer siglo d.C. que representa el rostro de dicha figura histórica que lideró el reino mesopotámico de Edesa (en el sudeste de la actual Turquía) es la única representación de la faz de cristo de la que disponemos. Es decir, esta:

Un poco decepcionante, pensarán algunos. Podría ser tanto Jesucristo o el rey Manu como la cara de tu retrato (ya se sabe, “con un seis y un cuatro…”): no nos permite descubrir cuáles eran exactamente los rasgos del supuesto Cristo, más allá de tener al menos un ojo, una nariz y una puntiaguda barbilla. Eso sí, el escritor ha calificado el hallazgo como “uno de los descubrimientos más importantes en la historia moderna”.

¿En qué se basa exactamente Ellis para desarrollar su teoría? Este explica en sus obras que tan solo después de su muerte se empezó a referirse a él con dos hombres diferentes, tanto como el rey Izas Manu como Jesús Emmanuel. El rey Izas Manu era un monarca guerrero que, como Jesucristo, se rebeló contra el Imperio romano para liberar Judea, y que también vivió en Jerusalén durante el I D.C. ¿La versión de Ellis? Que era demasiada causalidad que existiesen dos revolucionarios con tantas cosas en común en la misma región y que, por lo tanto, debían ser la misma persona.

Nuestro Mesías con escudo y espada

Suena más o menos razonable, dado que la escasa cantidad de pistas históricas sobre Jesús hacen difícil separar el grano de la paja. Sin embargo, Ralph Ellis no se quedó ahí y después de identificar al Mesías cristiano con este rey mesopotámico, saltó el tiburón y aseguró en la continuación de su libro que Jesucristo era también el rey Arturo. Como él mismo explica en ‘King Jesus: From Kam (Egypt to Camelot)’, el profeta fue condenado junto a María Magdalena al exilio por los romanos y dio con sus huesos en Gran Bretaña. Y en ‘Cleopatra to Christ’ afirmaba que Jesucristo era el bisnieto de la última reina del Antiguo Egipto.

Así contado, parece más un ‘best seller’ histórico que un trabajo académico riguroso. Como han señalado sus detractores, por mucho que afirme haber pasado 30 años estudiando la historia bíblica y egipcia, ninguno de sus trabajos ha sido revisado según unos estándares mínimos (él asegura que es “independiente del ‘establishment’ teológico y educacional”). Ello le ha permitido ‘desfacer’ diversos entuertos. Entre ellos, lo que considera “el gran montaje”: que el pueblo de Israel era de origen egipcio; concretamente, descendía de los faraones hicsos exiliados.

No es que las portadas de sus libros den mucha seriedad al asunto. Más allá de su gusto estético, ver a Jesucristo con un escudo con la cruz de San Jorge pintada resulta un tanto anacrónico. El supuesto historiador utiliza argumentaciones lingüísticas, históricas y arqueológicas para refrendar sus historias, y las opiniones de los lectores en Amazon son unánimamente positivas… Aunque llama la atención que ninguno de sus admiradores sea un usuario registrado, y que todos parezcan utilizar un estilo semejante.

Son varios los que han intentado rebatir punto por punto muchas de las aseveraciones del autor. Es el caso de Tom Verenna o Aaron Adair, habituales cazadores de mitos. El primero asegura que Ellis “ha seleccionado los versos que quería sin reconocer su significado”, en referencia a las citas de la Biblia que recoge para explicar que la Biblia ya dice que Jesús era un rey. Efectivamente, “el rey de los judíos”, como se puede leer en Lucas 23:38, matiza Verenna.

Jesús está en todas partes

Adair va aún más lejos, y asegura que “sus ideas están tan llenas de errores que es difícil imaginar que es algo simplemente accidental”. Precisamente en su blog se produjo uno de los enfrentamientos definitivos entre los escépticos y el propio autor, que redactó una detallada respuesta a las afirmaciones del primero. Este restaba importancia a las asociaciones que establecía entre distintos nombres históricos, y aseguraba que “lo que parece que causa todos estos errores por parte de Ellis es su incapacidad para imaginar o explicar qué detalles de las fuentes antiguas son verdaderos y cuáles no”.

Si descendemos hasta el comentario número 857 podemos ver al autor debatiendo punto por punto las acusaciones de Adair. “Esta teoría explica cosas que eran inexplicables anteriormente, como por qué Herodes tenía miedo del nacimiento de un ‘carpintero pobre’”, afirma el autor. “Enfréntate a los hechos, Aaron. Esta teoría está construida en una base muy firme, y explica todo tanto del Viejo como del Nuevo Testamento. Incluso desvela la identidad de Adán y Eva: y esta era REALMENTE difícil de resolver”.

¿La respuesta? Otra entrada de blog, aún más larga que la anterior, con su recurrente referencia al efecto Dunning-Kruger (“los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas”). “No solo fracasa a la hora de mostrar mis errores, sino que multiplica los suyos, haciendo su teoría incluso más insostenible”, concluye Adair.

Pero no deberíamos dudar de la inteligencia del autor. Ha conseguido sacar a pasear su loca teoría sobre la identidad alternativa de Jesucristo por medios de todo el mundo como si se tratase de una realidad histórica y no mera especulación (o ficción). Desde luego, hace falta haber descodificado el signo de los tiempos –ese sincretismo posmoderno ‘new age’– para conseguirlo.

Login

Welcome! Login in to your account

Remember me Lost your password?

Lost Password