El viaje del adulto mayor
Por: María Nelly Lenis
@ManeLenis
Cerca del 65% de la población adulta mayor se concentra en Bogotá seguido de los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca, Cundinamarca, Santander, Atlántico, Bolívar y Tolima, de sus ciudades donde se condensa la mayoría de porcentajes en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Calculando esto el DANE ha pronosticado que para el 2050 la población colombiana se acerque a los 72 millones de habitantes y tenga aproximadamente el 20% de población por encima de los 60 años.
Actualmente existe la incomprensión y el aislamiento con el adulto mayor, quien es relegado y casi olvidado por la sociedad en la que estamos, haciéndolo casi invisible para ser partícipe de las actividades diarias que como comunidad se pueden involucrar. Sus experiencias de vida, la historia cultural y el legado de costumbres que albergan es innumerable e invalorable para todos lo que se hacen parte de su entorno y necesitan una memoria histórica con la cual contar como país.
Es importante buscar encontrar formas de entendimiento para que ciudadanos, cuidadores, profesionales de la salud y familias que interactúan con el adulto mayor en el transcurso de su vida laboral, profesional y personal tome las medidas precisas con conocimiento y evitar que las cifras de maltrato, abandono y desentendimiento de esta población aumenten en el país.
El participar en actividades con la población considerad adulto mayor, permite el intercambio de identidades propias de Colombia que han sido olvidadas y poco sentidas por el individual de compatriotas que van en el trajín rápido de convertir ciudades en metrópolis contaminadas del tan poco agraciado y nada bienvenido Alzheimer que no solo está presente en el adulto mayor sino también en el común de la población que pasa de largo una identidad que no quiere tomar porque se siente mejor adoptando una importada que no le pertenece.
Se encontró que hay falencias en el sistema desde la ley hasta la participación social familiar en esta la etapa por la que cruza el adulto mayor, dejando en evidencia el abandono como primer resultado en una larga lista de carencias que ellos presentan a lo largo de su etapa.
Es básico tomar la práctica que permita el abrazo fraterno a un adulto mayor para que no continúe aislado, haciéndolo participe con actividades individuales que potencialicen, descubran y fortalezcan la personalidad y comportamientos de cada adulto mayor con objetivos puntuales para mejorar su calidad de vida.
Establecer talleres y dinámicas propias que se adapten según la característica, necesidad, capacidad, fortaleza de cada uno de sus integrantes, el hacer sentir especial a cada adulto mayor es dar un sol más de vida a su existencia, ellos necesitan cuidado y acompañamiento permanente por las limitaciones físicas y cognitivas. Si no tiene los cuidados necesarios son más propensos a sufrir accidentes.
También son vulnerables al maltrato físico, sexual, psicológico, emocional, económico, abandono, a la falta de atención y a graves pérdidas de dignidad y respeto, son tan vulnerables, es como si volvieran a ser niños.
El adulto mayor es el niño, el adolescente, el joven, el adulto actual que va en distintos vagones del tren llamado vida. Todos se moverán por él hasta llegar al final de ese viaje cronológico y en una parada descubrirán arrugas marcadas, canas de plata, memoria senil e incompleta pero con todas las experiencias que deja una vida de recuerdos y vivencias no tan ausentes que poco a poco fueron construyendo sus experiencias.