La Historia del niño que volvió a ver
Noticia publicada en La Nación de Argentina.
Todo comenzó cuando tenía 4 años y los médicos dieron el veredicto: Agustín tenía catarata congénita. Su mamá Marta Heredia recordó ese momento con gran angustia y le dijo al portal de noticias El Tribuno que se dio cuenta de “que no veía bien, que se esforzaba, que tenía dificultad para enfocar todo” y que, ante ese contexto, decidió acudir al oftalmólogo Jorge Nieto, profesional que trabaja en el hospital salteño San Vicente de Paul.
Ante tal complejidad, Nieto decidió atenderlo en su consultorio privado porque el instituto no cuenta con los aparatos necesarios para hacerle los estudios que determinaron que debían operarlo. “El doctor me ayudó a conseguir los medios necesarios para intervenirlo y, a los cinco años, Agustín comenzó a ver”, recordó su mamá quien, muchas veces, recurrió a la solidaridad del pueblo y a los medios para poder costear los lentes de contacto. “No podía tener una vida normal, al punto que me sugirieron que lo envíe a la escuela especial”, agregó a este medio.
Su mamá nunca se dio por vencida y recientemente volvió a consultar con el doctor Nieto porque Agustín tenía una conjuntivitis aguda que se había producido como una reacción de su hijo a las lentes de contacto. Él sugirió operarlo, otra vez. Con 11 años, debía someterse a una nueva intervención quirúrgica con la esperanza de volver a ver.
“La angustia no me dejaba vivir, la impotencia de no poder lograr una oportunidad para mi hijo es enorme”, explicó Marta a El Tribuno y aclaró que el desafío no solo estaba en poder pagar la operación sino también en que debían importar lentes de Holanda.
Ante esta situación, Nieto pidió ayuda a la Cooperadora Asistencial de la Municipalidad que solventó los gastos de una lente. “Hablé con un prestigioso cirujano oftalmólogo, Martín Arroyo, además del anestesista Humberto López, la doctora Adriana Virga y el cardiólogo Julio Cortés. Se realizaron los chequeos necesarios para el prequirúrgico y el doctor Pablo González puso a disposición el Sanatorio Güemes para su internación. Todos realizaron su parte y ninguno cobró honorarios por el trabajo realizado”, explicó Nieto y agregó que “sabía que esta intervención le podía cambiar radicalmente la vida a este chico, por lo tanto valía la pena todo el esfuerzo”.