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Puente del Humilladero un sitio emblemático de Popayán

En la ciudad de Popayán es posible ver diferentes lugares de referencia y uno de los importantes es el famoso Puente del Humilladero, que es uno de los que tiene mayor historia. Se encuentra muy cerca de la iglesia de San Francisco en esta ciudad colombiana.

Se trata de un puente con historia que tiene 12 arcos y que permite cruzar el río Molino que se encuentra en la zona. El origen del nombre se debe a que la zona se encontraba con una inclinación importante, lo que hacía obligatorio bajar la cabeza, naciendo el nombre del puente. El encargado de realizar esta obra arquitectónica fue el arquitecto fray Serafín Berbetti de la Orden Franciscana, con la ayuda del ingeniero E. Sawaski, con el diseño que se puede ver en la actualidad.

Se inauguró en julio de 1873 y a partir de entonces se ha convertido en uno de los puentes más populares de la zona, un lugar al que suelen acudir los visitantes. Es un puente famoso también por los paisajes que ofrece en los alrededores y se ha convertido en un punto turístico de relevancia, una zona en la que muchos visitantes se suelen fotografiar y dar un paseo por los alrededores.

El Puente del Humilladero fue construido sobre arcos de ladrillo y calicanto, según diseños del religioso italiano Fray Serafín Barbetti y de un ingeniero alemán cuyos restos momificados se conservan en el Museo Arquidiocesano de Arte Religioso de la ciudad.

Entre el centro de la ciudad y el barrio El Callejón (hoy barrio Bolívar) existe una falla en el terreno que antes de la construcción del puente hacía extremadamente difícil la subida al centro; por esta circunstancia, la gente subía inclinada, casi de rodillas. Así se originó el nombre del puente del humilladero. Este puente consta de doce arcos de medio punto, siendo los centrales más anchos que los restantes. Durante mucho tiempo fue una de las entradas principales de la ciudad; por él ingresaron los ejércitos libertadores durante la gesta de la independencia. Su genial diseño y la robustez de su construcción le han permitido salir incólume de numerosos movimientos telúricos.

Para llegar a Popayán por el camino real del portazgo del Norte, se cruzaba el Rio Molino y se ascendía por un empinado “Quingo” o cuesta en zig-zag que hacía extremadamente difícil la subida al centro lo que agobiaba a los viajeros que llegaban cansados de largas jornadas de viaje, de allí nació el nombre del puente del humilladero.

El hecho venía a constituir un problema porque, frecuentemente, las fuertes crecientes del río ponían en peligro a los transeúntes, lo cual, a la postre se resolvió en dos tiempos, con un intervalo de casi dos siglos: en 1713 se construyó el “Puente de la Custodia” o “Chiquito” y, en 1873, el de Bolívar o “El Humilladero”, vías obligadas para entrar a la ciudad.

“El Puente Chiquito” o de la “Custodia” lo hizo construir el rico estanciero, Sr feudoburgués don Jacinto Mosquera y Figueroa y Silva, a quien pareció irrespetuosos el paso por le vado del río con el Santo Viático llevado en una mula. Aunque, la fábrica actual no es la original porque en 1933 una descomunal creciente lo averió gravemente, habiendo sido necesario reconstruirlo en 1940.

En cuanto al “Puente del Humilladero”, se construyó en 1.873 por el arquitecto Fray Serafín Barbetti, consta de doce arcos de medio punto, siendo los centrales más anchos que los restantes, durante mucho tiempo fue una de las entradas principales de la ciudad, por él ingresaron los ejércitos libertadores durante la magna epopeya de la independencia.
El puente mide aproximadamente 180 m. y consta de doce arcos. La construcción se terminó en el año de 1883, bajo la dirección del Lego Franciscano Serafín Barbetti.
El terremoto del 31 de marzo de 1983 afecto parte de su estructura, siendo restaurados los barandales que habían sufrido daño. Este es uno de los símbolos más queridos de la ciuda

La mayoría de sus visitantes van con el deseo de conocerlo, de escuchar su historia, pero también con el objetivo de hacerse una foto en un recodo de la historia de Popayán, que se sostiene en doce arcos de medio punto, siendo los centrales más anchos que los restantes.

La naturaleza de los alrededores es otro de los alicientes para que los visitantes puedan conocer esta zona, donde se puede realizar un paseo tranquilo.

Actualmente es considerado uno de los puntos claves para el fomento de la cultural donde se presentan grupos musicales, obras de teatro, danzas, poesía y muchas actividades que aportan al crecimiento de las expresiones artísticas de los patojos.

Hoy, se encuentra atestado por actores del rebusque, artesanos, visitantes, curiosos, vendedores ambulantes y artistas. Casi todos los fines de semana, días festivos y en épocas de alto turismo, este lugar se muestra ataviado de visitantes. Esto le da un toque de abundante alegría al puente los viernes, fines de semana y festivos.

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