SE FUERON DOS AMIGOS
Por. Luis Ángel Rebolledo Chaux
Partieron de entre nosotros casi al mismo tiempo dos líderes y grandes seres humanos de la más auténtica estirpe payanesa, nacidos y educados en buena parte en esta ciudad a la que aprendieron a sentir y amar tal como es, bajo la sombra protectora de sus padres y al calor de la amistad de gentes buenas pero altivas que anhelaban siempre un mejor estar para quienes aquí moramos.
El profundo amor por la tierra que los vio nacer con sus valores históricos, tradiciones y angustias fue el común denominador en la vida de estos ciudadanos que hasta el final de sus días permanecieron en Popayán al lado de sus seres queridos y amigos, siempre pendientes de lo que aquí ocurriera.
Estos personajes muy caros a nuestros sentimientos con su brillante inteligencia y capacidad de liderazgo supieron desde muy jóvenes ganarse la voluntad del pueblo caucano que les dio su apoyo para ocupar altas dignidades en la rama Ejecutiva y Legislativa del Estado donde brillaron con luz propia, girando a su alrededor gran parte de la dinámica que movía el engranaje de nuestro ente departamental y local.
Fueron dos hombres públicos con talantes diferentes, surgidos del seno de las ideas liberales donde conjunta o separadamente lideraron movimientos exitosos dentro de esa ideología. Uno de ellos, intelectual formado en la academia a quien desde muy joven le picó el bicho de la política y resolvió hacerla con altura, con sensatez, aplicando más que un discurso candente e improductivo, una conversación apacible y analítica en la que la sapiencia en el manejo de la palabra oral o escrita de contenidos históricos, académicos y políticos eran el tema fundamental.
Su temprana vinculación a la Universidad del Cauca, primeramente como alumno de Ingeniería Civil, luego como profesor de la misma, para terminar siendo el Rector más joven del Alma Mater le dieron una formación académica integral que le permitieron conocer a fondo la idiosincrasia de docentes y estudiantes llevándolo a enterarse del inmenso y difícil campo de las relaciones interpersonales en los diferentes niveles de la sociedad y a entender y hacer entender que el diálogo y la generosidad del espíritu son los mejores ingredientes para consolidar un mundo más justo y productivo.
Fue un brillante parlamentario e igualmente se desempeñó en diferentes carteras ministeriales y en la diplomacia, alcanzando el perfil suficiente para aspirar en sus mejores momentos a las más altas dignidades del Estado. Además de la política, la academia y sus valores como escritor, fue un destacado empresario generador de desarrollo, especialmente en el sector agropecuario.
Creía en el turismo como una fuente importante de ingresos y por ello como visionario que era fundó en Popayán el Congreso Gastronómico que durante varios años ha colocado a esta ciudad en el centro del buen comer a nivel nacional e internacional.
La salud en los últimos años fue precaria minando en parte su capacidad física más no mental y por ello nos dio la oportunidad de seguir leyendo sus escritos sobre diversos temas reconfortantes para el espíritu, haciéndonos pensar en cosas mejores para todos.
El otro amigo fue un político impetuoso, audaz y absorbente, que utilizando su brillante e incisiva oratoria desarmaba a sus contradictores y se ganaba con facilidad el engrosamiento de sus adeptos.
Su temperamento fuerte y a veces irreflexivo en el ejercicio de la autoridad cuando la detentaba y en la política, le generaron contratiempos y enemistades aprovechados negativamente por sus opositores. Fue víctima de un secuestro por la guerrilla que hizo temer por su suerte.
Quienes no compartíamos algunos de sus métodos también sufríamos las consecuencias pero rápidamente las cosas se normalizaban. Muy amigo de sus amigos incondicionales a quienes nunca desamparaba.
A pesar de su juventud y con la plenitud de sus capacidades intelectuales se vio afectado en su sistema cardiovascular que lo disminuyó físicamente pero su pensamiento e influencia política siguió siendo un referente en el devenir de la vida caucana. Al parecer no lo deslumbraba la riqueza ni le preocupaban las atávicas restricciones sociales y se sentía feliz viviendo a su manera.
Con este elemental perfil estoy seguro que los lectores podrán identificar los personajes pues el desarrollo de sus vidas fue suficientemente conocido por quienes fuimos sus amigos y por todos en general.
Por respeto y como homenaje póstumo me permito mencionar a Guillermo Alberto González Mosquera y a Juan José Cháux Mosquera como los personajes a que me he referido con sus virtudes y falencias como todo ser humano, pero ambos dignos de muchísimos merecimientos por la fecundidad de sus ideas, por los grandes aportes a nuestra sociedad, por el respeto a los valores democráticos y por la civilidad que siempre demostraron en todas sus actuaciones.
Es sabio el decir que detrás de todo hombre importante hay una gran mujer, lo cual se cumple perfectamente en el caso de estos dos distinguidos ciudadanos: la amorosa María Teresa, aunque no fue muy simpatizante de las estresantes lides políticas, siempre estuvo lista a infundirle a Guillermo Alberto la fuerza suficiente para salir airoso en sus múltiples actividades.
Hoy él y ella fundidos en estrecho abrazo están disfrutando de la gloria eterna. Mónica la encantadora costeña hoy hija adoptada de Popayán fue el soporte espiritual y polo a tierra del impetuoso Juan José; para él paz en su tumba y para ella las más sinceras condolencias, deseándole una larga y fructífera existencia al lado de su querida familia.