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6 tecnologías que están revolucionando los autos sin que nos demos cuenta

Puede que todavía no tengamos vehículos voladores como los de los Supersónicos, pero la experiencia de manejar un auto en la ciudad está cambiando a pasos agigantados. Te contamos cómo.

carro del futuro

Publicado por lanacion.com.ar

Desde hace medio siglo se ve en las tapas de los libros de ciencia ficción, así que que quizás tengas una idea de cómo lucirá la ciudad del futuro. Resplandecientes rascacielos y naves espaciales personales volando por encima de una ordenada red de tubos neumáticos, todos de un color gris verdoso.
Y aquí en el futuro real -tristemente sin mochilas-cohete-, hay una variedad de tecnologías que cambiarán la forma como manejamos en zonas urbanas, independientemente de si estás o no conduciendo vos mismo el auto. Las repasamos.
1. Vehículos que hablan
No nos referimos a Kitt, el sistema artificial e inteligente de la desaparecida serie de TV “El Auto Fantástico”, ni a la aplicación Siri que hay en los autos Subaru. Estamos hablando del sistema de comunicación de vehículo a vehículo conocido como V2V.
El Departamento de Transporte de EE.UU. propuso recientemente una reglas para estandarizar la forma como un auto se comunica para informar sobre su localización, dirección y velocidad, advirtiendo a los conductores (y, a la larga, a los vehículos autónomos) sobre potenciales peligros.
Dentro de la ciudad, donde los accidentes suceden más frecuentemente en las intersecciones, los autos mismos decidirán si tenés suficiente tiempo para pasar el semáforo y quién tiene la prioridad en un cruce de cuatro vías.

2. Autos que hablan a los semáforos

La otra mitad de la red tecnológica para compartir información es el sistema V2I o de comunicación entre vehículo e infraestructura. Los camiones de bomberos ya han estado utilizando una variedad de tecnologías para cambiar las luces rojas a verdes en sus rutas de emergencia, pero el V2I trabajará más en conjunto, leyendo los datos de los vehículos para hacer más eficiente la red de circulación urbana.

La infraestructura inteligente puede prolongar el tiempo de una luz verde si se empieza a congestionar el tráfico, cambiar los límites de velocidad o regular las vías de acceso para acabar con embotellamientos. Incluso puede redirigir la circulación en caso de accidentes y tráfico pesado.

Cuando lleguen los vehículos autónomos , no sólo los autos se encargarán de leer y procesar información, sino que además toda la ciudad será una máquina inteligente.

3. Exclusión basada en combustible

Los motores diésel son de alta torsión, duraderos y de uso eficiente del combustible, pero pronto los verás más en el campo. Ya París, Ciudad de México, Madrid y Atenas tienen planes de prohibir los vehículos diésel a partir de 2025 para reducir la contaminación del aire, un ejemplo que seguramente emularán otras urbes de todo el planeta.

Avanzando un paso más adelante, las dos ciudades más grandes de Noruega, Oslo y Bergen, tienen planes de crear zona de emisiones cero para la misma fecha, acordonando secciones de la ciudad donde también quedarán prohibidos los motores de nafta. Y aunque tengas que seguir lidiando en tu ruta al centro con vehículos de reparto estacionados en doble fila, seguramente serán mucho más pequeños, más limpios y silenciosos.

4. Carga sobre la marcha

Si todo el mundo que maneja en la ciudad conduce un auto eléctrico , es de esperar que donde previamente teníamos parquímetros (además de macetas con flores y cafés al aire libre) necesitaremos torres de tentáculos para cargar Teslas.

En realidad, con algo de planificación de infraestructura, es posible que recarguemos al parar en luces rojas o, simplemente, al esperar dentro del vehículo en un lugar para estacionar.

La idea de recargar a la distancia suena como la ocurrencia de un charlatán, pero desde hace ya una década que los científicos lograron por primera vez transferir energía a una separación de hasta dos metros, con una eficacia cercana al 100%.

Se llama acoplamiento por resonancia magnética y podría usar bobinas activadas en la vía para crear una vibración en dos bobinas receptoras dentro del auto que, luego, convertirían esa vibración en electricidad para cargar las baterías.

Ya hay sistemas de transporte en todo el mundo probando buses que se recargan, de forma inalámbrica, mientras esperan en las paradas. Y la tecnología debería ser fácil de construir en cada espacio de un nuevo garage de estacionamiento, e instalarse en el asfalto de intersecciones.

Para saber exactamente cómo pagará cada conductor por esa energía habrá que esperar que alguna start-up desarrolle una aplicación.

5. Nuevos gastos por manejar

El futuro está aquí y está basado en sistemas de pagos. Las llamadas “tarifas de congestión” significan que pagarás más por usar las calles de la ciudad cuando todos los demás también quieren hacerlo, añadiendo la ley de la oferta y la demanda a las otras reglas de la carretera.

Fue puesto en práctica en Singapur desde 1975, pero ciudades como Londres y Riga están utilizando ese plan para reducir el tráfico. Y como pronto tendremos la comunicación entre vehículos inteligentes e infraestructura inteligente, es de esperar que parte de esa infraestructura sea la autoridad encargada del peaje.

Más que un impuesto sobre la nafta, a los conductores se les cobrará un peaje por distancias recorridas con tasas más altas para ciertas zonas a determinadas horas. Los vehículos más grandes, como limusinas y todoterrenos, podrían pagar más para entrar al centro de la ciudad, tal como sucede hoy en día con los camiones extra pesados.

Foto lanacion.com.ar
Foto lanacion.com.ar

6. Conduce hasta la ciudad, pero no dentro

Las economías de las grandes ciudades dependen de las “Park-n-Ride”, las instalaciones usadas por la población activa para estacionar vehículos junto a las paradas y estaciones del transporte público.

Pero si bien son perfectas para el mundo laboral cotidiano, no son ideales para viajes cortos o fuera de las horas punta cuando los trenes son escasos y aislados. Por lo tanto, algunas ciudades están rediseñando la idea y convirtiendo al humilde estacionamiento en un centro de transporte para conectarte a muchas cosas más.

Una verdadera ciudad inteligente te permitiría conducir hasta algún lugar céntrico donde tomarías un minibús compartido (por pedido y habilitado por una aplicación) para llevarte a una estación de trolebús o a una estación de bicicletas de uso compartido.

O también a una ordenada red de tubos neumáticos aunque, quizás, en un verde más brillante del que te esperabas

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