8 alimentos que los nutricionistas borrarían de la faz de la Tierra si pudieran
Publicación de msn noticias. Textos de EL PAÍS de Madrid, España.
Existe una máxima que dice que para llevar una dieta sana y equilibrada es imprescindible comer de todo. Sin embargo, a pesar de que la norma es aceptada por la mayoría, últimamente no son pocas las voces expertas que la cuestionan, y señalan con el dedo aquellos alimentos que deberíamos dejar de consumir, o al menos reducir su ingesta, si queremos proteger nuestra salud. Hemos pedido a siete expertos en nutrición que nos dijeran los que para ellos son alimentos tabú, y este ha sido el resultado.
Palomitas de maíz para microondas
Los ingredientes de las palomitas son maíz, grasa y sal. Hasta ahí, nada que objetar para incluirlos en la dieta de una persona sana. Sin embargo, Antonio F. Murillo Cancho, profesor del curso Experto en Nutrición Deportiva de la Universidad Internacional de La Rioja, advierte que “el problema está en el tipo de grasa utilizada y su proporción en la composición final del producto: se estima que contiene por término medio entre un 19% y un 2%. Esta grasa es de origen vegetal, pero en la mayoría de los productos se trata de aceites de palma, colza o coco, los cuales sabemos que son poco saludables”. El profesor alerta de los riesgos asociados a su consumo: “Potencialmente podrían alterar el sistema endocrino y afectar a las hormonas sexuales. De hecho, su ingesta se ha vinculado a enfermedades de la glándula tiroides, cáncer, problemas del sistema inmunológico, infertilidad y aumento de los niveles de colesterol LDL (el malo)”.
Alimentos con aceite de palma
Se calcula que la población europea consume (sin saberlo) en torno a 60 Kg de aceite de palma por persona y año. “Alimentos tan variopintos como las leches maternizadas, snacks, cremas para untar, chocolatinas, panes industriales, margarinas vegetales, helados y salsas de todo tipo contienen una importante cantidad de esta grasa que los fabricantes camuflan tras la leyenda grasa vegetal”, alerta el profesor Antonio F. Murillo Cancho. “El alto contenido en ácidos grasos saturados convierte al aceite extraído del fruto de la palmera Elaeis guineensis en un potencial peligro para nuestra salud cardiovascular, ya que si se consume en exceso también puede hacer que aumente la proporción de colesterol malo”.
Rollitos de primavera
“Hinchazón abdominal, indigestiones, pesadez digestiva y, en casos extremos, hasta diarreas o intoxicaciones leves”, así describe Rubén Bravo, Experto en nutrición y Gastronomía del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), los efectos que podrían acompañar a una exótica cena elaborada con un menú oriental. Según el experto, “el elevado contenido de grasas saturadas que contienen los aceites que suelen emplear en los restaurantes de corte asiático junto con las harinas refinadas que utilizan para los fritos y rebozados promueven el aumento del colesterol y del sobrepeso”. Además, los rollitos auténticos son como las torrijas: solo se consumen en China durante una breve temporada al año.
Combinados con bebidas energéticas
Al salir de fiesta debería vigilar qué es lo que va a beber, ya que, ni de lejos, todas las opciones son iguales. Algunas ponen en marcha en nuestro organismo ciertos efectos que sin duda la mayoría de los jóvenes no tienen en cuenta. Rubén Bravo, experto en nutrición, nos recuerda que “la combinación de una bebida espirituosa de alta graduación con una energética es una bomba de posibles problemas para la salud”. Y es que según Bravo “los excitantes como la cafeína y la taurina combinados con las vitaminas B6 y B12 enmascaran los efectos negativos aportados por la bebida espirituosa, acelerando el ritmo cardíaco y aumentando los niveles de azúcar en sangre. El abuso de estos combinados puede afectar al hígado, al páncreas y al sistema cardiovascular”.
Salchichas de queso
Si hay un menú que resuelve infinidad de cenas familiares y que los niños adoran es el que incluye un plato de salchichas tipo frankfurt, y si están rellenas de queso, mejor. Sin embargo, la nutricionista Laura Pire no trae buenas noticias al respecto. “La baja cantidad y calidad de proteínas junto con el exceso de grasas saturadas y sal convierte este plato en una elección poco recomendable”. Pero, ¿qué tipo de riesgos estamos asumiendo sin ser conscientes de ello? La experta apunta a la salud cardiovascular como la más perjudicada por su consumo: “La ingesta continuada de este tipo de alimentos descompensa la tensión arterial y fomenta la obesidad y la arteriosclerosis”.
Bebidas isotónicas
Terminas tu clase de spinning, sales del gimnasio y en cuatro tragos dejas tiritando la bebida isotónica que llevas contigo. ¿Es así? Si lo es… craso error. Al menos así lo cree la nutricionista Laura Pire quien asegura que este tipo de bebidas son un auténtico arsenal de calorías vacías en forma de azúcar refinada. “Las bebidas deportivas —explica la experta— añaden sales minerales que la mayoría de las veces no necesitamos reponer. Ya que, salvo que hagamos un ejercicio moderado de más de hora y media, su ingesta no solo no es necesaria, sino que puede ser perjudicial, ya que descompensa el equilibrio hídrico del organismo relacionado con la tensión arterial”.
Bollería industrial
Probablemente no se sorprenderá con la elección de la doctora María Garriga, dietista-nutricionista en el Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid). Sin embargo, nunca está de más recordar la inconveniencia de consumir regularmente bollería industrial. Y es que, “en la mayoría de los casos su elaboración incluye grasas trans o hidrogenadas o aceites de alto contenido en ácidos grasos saturados (aceites de palma, palmiste o coco)”, justifica la experta. De modo que, a la hora de la merienda, puede dejarse convencer por los argumentos de sus hijos o bien atender las advertencias de Garriga y buscar otras opciones. “Las grasas mencionadas están relacionadas con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares porque son las que aumentan los niveles de colesterol LDL. Además, suelen tener un alto contenido en azúcares cuyo consumo se asocia con la obesidad y el aumento del riesgo de accidentes cardiovasculares”, advierte.
Cubitos concentrados
Algunas marcas nos venden estos pequeños daditos con el argumento de que enriquecen las comidas. Sin embargo, parece ser que el sabor no es lo único que obtenemos cuando los consumimos. “Los ingredientes principales de estos cubitos son la sal, la grasa de palma y los potenciadores del sabor como el glutamato monosódico, y ninguno de estos ingredientes es necesario para una dieta saludable“, señala la doctora María Garriga García. “Los cubos de caldo, así como las salsas, sopas comerciales, aperitivos salados y embutidos son algunos de los alimentos que más sal contienen”. Este alto contenido en sal es el principal motivo por el que Garriga desterraría este alimento de la cesta de la compra, ya que “favorece la aparición de hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares”.
Carne procesada
Si necesitaba pruebas científicas para abandonar definitivamente la carne procesada, Marta Gámez, directora técnica del Grupo NC Salud, menciona algunas de las aportadas por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, órgano de la Organización Mundial de la Salud especializado en esta enfermedad. La entidad médica ha clasificado la carne procesada como carcinógena para los humanos, basándose en evidencia suficiente de que el consumo de carne procesada causa cáncer colorrectal. La experta revela que “aunque aún no se ha podido establecer una dosis segura de consumo de este tipo de alimentos, los expertos afirman que el riesgo aumenta cuanta más cantidad se ingiere”. De modo que ahí tiene una razón de peso para pensárselo dos veces antes de volver a hincarle el diente a unas salchichas frankfurt o carne en lata.
Zumos de frutas con azúcares libres
Tal y como explica la nutricionista Marta Gámez, los azúcares libres son “todos aquellos que se encuentran de forma natural en la miel, los jarabes o los zumos de frutas, así como a los azúcares que se añaden a los alimentos y a las bebidas, ya sea por parte de los fabricantes, cocineros o los propios consumidores”. O, dicho de otro modo, “aquellos que no se encuentran en las verduras y frutas enteras frescas”. La cruzada particular de la experta contra la ingesta de azúcares libres viene respaldada por la Organización Mundial de la Salud y por la guía que publicó la institución en 2015 para el consumo de azúcares en adultos y niños que incluía recomendaciones basadas en la evidencia científica disponible. “El aumento de la cantidad de azúcares en la dieta va asociado a un aumento del peso, y los niños con niveles altos de consumo de bebidas azucaradas tienen más probabilidades de padecer sobrepeso y obesidad”, añade la experta.
Papillas comerciales
Dicen que con las mejores intenciones se cometen muchos de los errores más comunes. Y, sin duda, una de esas equivocaciones sin mala fe es la que apunta el dietista-nutricionista, Pablo Barcina, quien desaconseja “la administración de triturados y papillas infantiles por su elevado contenido en azúcar, el cual, además, suele ir de la mano de aceite de palma, cuyos efectos inciden en la producción de colesterol LDL (malo) y en el deterioro de la salud cardiovascular”. El experto suma además un par de objeciones que aumentan la probabilidad de generar malos hábitos alimentarios en el niño: “Por un lado, la textura de crema, homogénea y monótona impide a los niños familiarizarse con las texturas reales de los alimentos, y por otro, el alto nivel de azúcar hace que se genere un umbral mínimo respecto al sabor dulce demasiado elevado”.
Refrescos azucarados
Si hay un tipo de bebida directamente relacionado con la obesidad es, sin duda, los refrescos de cola o los elaborados a base de extractos de té o plantas. Así lo asegura la directora técnica en la Clínica Alimmenta, Juana María González Prada, quien sostiene que “hoy en día se sabe que su consumo no solo favorece el aumento de peso, si no que también incrementa la posibilidad de desarrollar caries”.
Embutidos
Salami, chopped, mortadela, pastrami… La lista de embutidos que podemos encontrar en la charcutería puede ser bastante extensa, especialmente si tenemos en cuenta la infinidad de variantes que se elaboran de cada uno de ellos. Ahora bien, todos ellos tienen algo en común: su compuesto principal es la carne separada mecánicamente, la cual se obtiene al rascar los huesos de ave o cerdo. “El problema es que este ingrediente está altamente procesado y su calidad nutricional es paupérrima”, advierte la directora técnica en la Clínica Alimmenta, Juana María González Prada, quien ve en el consumo habitual de fiambre “un aumento del riesgo cardiovascular y del sobrepeso, debido a su alto aporte de sales, grasas saturadas, aditivos y calorías”.