Alemania se replantea quitar el nombre de «Ana Frank» a uno de sus trenes Miles de quejas de usuarios y protestas hebreas por la asociación, no deseada, de la niña judía y los vehículos usados para las deportaciones en la época nazi
La empresa de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, ya ha bautizado anteriormente algunos de sus trenes con los nombres de personajes históricos como Konrad Adenauer o Willy Brandt, Marlene Dietrich o Carlos Marx, Albert Einstein o Ludwig van Bethoven.
La denominación de los trenes aparece así en los billetes emitidos por la empresa y resulta mucho más fácil de recordar, incluso bastante más grato de manejar que un frío número asignado a cada transporte. Por eso la decisión de poner el nombre de Ana Frank a uno de sus trenes de alta velocidad fue tomada por sus directivos con gran naturalidad. Ana Frank, la adolescente judía que hubo de esconderse de los nazis con su familia en una buhardilla, escribió unos conmovedores diarios que son de lectura obligatoria en todos los colegios alemanes antes de ser asesinada en un campo de concentración y, en opinión de Deutsche Bahn, merece un lugar en el recuerdo como los anteriores homenajeados. Pero en el primer mes de circulación del tren “Ana Frank”, la compañía recibió más de 19.400 quejas de los pasajeros, una reacción totalmente inesperada y que ha planteado la necesidad de volver a repensar la idea.
“A mí no me resulta agradable. Me da la impresión de que me subo a un tren que me lleva a las cámaras de gas”, explica una joven a punto de emprender viaje desde la estación central de Berlín. “Solo faltaba que ahora se vuelvan atrás y le quiten el nombre al tren, solo porque es desagradable no podemos dejar de recordar la historia”, la contradice el que será compañero de vagón durante varias horas.
Deutsche Bahn no solamente ha recibido quejas de los pasajeros, sino también de instituciones judías que muestran serios reparos al hecho de que el nombre de Ana Frank aparezca sobre el fuselaje de un tren. El Museo de La casa de Ana Frank, desde Holand, ha emitido un comunicado y ha enviado una carta a la empresa, alegando que esta decisión evoca recuerdos de deportaciones en tiempos de guerra y que “resulta doloroso para las personas que experimentaron esto y causa un dolor nuevo a quienes aún soportan las consecuencias de esos tiempos en su interior”.
La dirección de Deutsche Bahn defendió al principio su decisión, recordando que Ana Frank es “un símbolo de tolerancia” y que la tragedia de la niña “supone un ejemplo “de la historia que no debe ser repetida jamás”, además referirse a la existencia de la familia Frank previa al ascenso al poder de los nazis como un “exponente de coexistencia pacífica de diferentes culturas, algo que es hoy más importante que nunca”. Días después y ante el revuelo causado en varios países europeos, la empresa alemana ha decidido “estudiar de nuevo la situación” porque asegura, “lo único que no hemos querido nunca es dañar el recuerdo de Ana Frank”.
Algo que ha sorprendido, tanto a la dirección de la empresa como a muchos alemanes, es que en Holanda no se olvida que la compañía actual es la sucesora de Deutsche Reichsbahn, la encargada durante la II Guerra Mundial de deportar a millones de judíos y de transportarlos a los campos de concentración donde serían explotados y asesinados. “Es seguramente ese detalle el que hace especialmente doloroso para muchos judíos ver hoy el nombre de Ana Frank asociado a esos trenes, porque resulta una ironía corrosiva para su recuerdo”, explica el portavoz de la Asociación Cultural Judía de Berlín, Joseph Jaskocitz. “Entendemos la buena intención de esta iniciativa, eso nadie lo pone en duda, pero llamar a uno de esos trenes Ana Frank es algo humillante para las personas que sufrieron ese destino, para los supervivientes y para los descendientes de todos los que murieron”, añade Ronald Leopold, el director de la fundación ana Frank, “no es la primera vez que pasa y no será la última, surgen todo tipo de proyectos asociados a Ana Frank y a su historia, no podemos controlar eso, pero nuestro deber es conservar la historia de Ana en un contexto fiable y comprensible, que respete los sentimientos de aquellos que compartieron con ella su trágico destino”.
“Sinceramente, yo no entiendo el problema. Por esa regla de tres no podríamos recordar ni a la mitad de las víctimas del nazismo en Alemania, porque el recuerdo remueve siempre la sensibilidad de los descendientes de las víctimas y de los supervivientes. Estos trenes son herederos de aquellos trenes, estas calles son herederas de aquellas calles, este país es heredero de aquel país”, dice en el Hauptbahnhof berlinés un joven que llega desde Hamburgo. Pero Deutsche Bahn sí desea tomar muy en cuenta las declaraciones de instituciones judías y ha reunido una comisión que estudiará si la decisión debe ser revocada, partiendo de la base de que el objetivo era y seguirá siendo “eternizar todavía más la memoria de ana Frank e la sociedad alemana”.
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