Científicos creen haber redescubierto la octava maravilla del mundo
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Tras haber sido enterradas bajo una erupción volcánica hace un siglo, las perdidas terrazas blancas y rosas de Nueva Zelanda podrían haber sido descubiertas bajo capas de lodo y cenizas.
Se temía que las terrazas, una vez nombradas como una de las maravillas naturales del mundo y el mayor depósito de sílice de su tipo en la Tierra, fueron destruidas por la erupción del Monte Tarawera en 1886. Pero ahora, investigadores dicen haber localizado donde fueron enterradas y sospechan que algunas han sido preservadas durante todo este tiempo.
Durante su apogeo, se pensaba que las terrazas rosadas y blancas neozelandesas era el mayor depósito de sílice sinterizado del planeta. El sinterizado ocurre cuando manantial o géiser deposita suficiente sedimento para formar una costra, creando terrazas, conos o montículos alrededor del suministro de agua.
El descubrimiento se dio gracias a que Rex Bunn, recibió un viejo diario de campo que estaba en la Biblioteca Nacional de Nueva Zelanda, descubierto por Sascha Nolden en 2016. El diario perteneció al geólogo Ferdinand von Hochstetter, quien en 1850 fue comisionado por el gobierno neozelandés para hacer un análisis geológico de las islas.
En sus notas, von Hochstetter había registrado datos de lugar exacto de las terrazas.
¿Entonces, caso cerrado? No completamente, porque esa erupción no sólo enterró una de las maravillas naturales más espectaculares del mundo – cambió el paisaje alrededor de este tan severamente que las marcas de donde estaba el sitio ya no aplican a hoy día.
Es por ello que los investigadores reconstruirán el mapa del lago realizado por von Hochstetter con una técnica llamada cartografía forense. Esto involucró comparar mapas topográficos actuales con los datos de 1859 y emparejar ciertas características geológicas hasta que pudieron identificar la ubicación más precisa de las terrazas con un margen de error de 35 metros.
Ahora queda ver si el sitio será desenterrado, ya que la autoridad local de la tribu Tuhourangi lo decidirá, pero Bunn espera que en caso de que acepten, algunas de las partes sigan intactas. Solo el tiempo dirá si tendremos la oportunidad de asombrarnos con las terrazas como lo hicieron sus visitantes en el siglo XIX.