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¿Dónde está el ‘Gran Danés’? El barco fantasma que jamás fue encontrado

“Todo va bien”: ese es el último mensaje de radio que el Kobenhavn emitió un frío 21 de diciembre de 1928, una comunicación dirigida al barco de vapor noruego William Blumer que navegaba a escasas millas de su posición y al que le indicó expresamente que se encontraba a 900 millas de Tristán de Acuña, una dependencia de la isla de Santa Elena en el Atlántico Sur. Hoy, noventa años después, sigue sin tenerse ninguna noticia de qué paso con la embarcación.


Aquella bricbarca danesa fue construida en 1921 con el objetivo de ser un barco de entrenamiento naval. En su momento, el ‘Gran Danés’, como era conocido, pasó a ser la embarcación de vela más grande del mundo: medía más de 130 metros de largo y sus cinco mástiles tenían 20 metros de altura, convirtiéndose en un verdadero monstruo de mar. Sin duda, un mastodonte de agua que muchos de los cadetes que querían sacarse la licencia de oficial querían visitar.
En sus primeros siete años de vida, el ‘Gran Danés’ hizo nueve largos viajes, en los que visitó todos los continentes, además de realizar dos circunnavegaciones. Su imagen con las velas desplegadas en medio del océano y su talla del obispo Absalon como mascarón de proa le hacían tener una presencia imponente, por lo que todos los jóvenes aprendices deseaban hacerse a la mar sobre él. Muchos consideraban un regalo aquel viaje que comenzó el 21 de septiembre de 1928. Pero no lo era.
Aquel barco partiría de Jutlandia del Norte (Dinamarca) y su objetivo era llegar a Buenos Aires (Argentina) cargado de bolsas de cemento. Efectivamente, se trataba de un barco para enseñar a los cadetes, pero aprovechaban esos viajes para hacer transportes y, de paso, recuperar económicamente parte de la inversión realizada en su construcción. Desde Argentina, llegaría a Melbourne (Australia), donde cargarían trigo hasta regresar a Dinamarca.
En aquel viaje, 79 personas iban a bordo: 17 marineros y 62 cadetes, con Hans Ferdinand Anderson como capitán. El barco partió en la fecha esperada y, casi dos meses después, el 17 de noviembre de 1928, llegó a Buenos Aires. Sin embargo, en Argentina surgió el primer problema: el barco estuvo casi un mes parado al no encontrar ninguna carga que transportar a Australia, por lo que el 14 de diciembre, el capitán decidió partir sin llevar ningún material en sus bodegas.
La idea era llegar a Australia 45 días después de partir de Buenos Aires, a finales de enero de 1929. Sin embargo, el 21 de diciembre iba a cambiar la vida de todos los que se encontraban a bordo: tras comunicarse con el William Blumer, un barco de vapor noruego que se encontraba cerca, les indicó que se encontraban a 900 millas de Tristán de Acuña y que la navegación estaba en orden. Horas más tarde, ese barco intentó contactar de nuevo con el Kobenhavn, pero ya no obtuvo respuesta.

Textos y foto de El Confidencial

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