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El caleño Jeison Aristizabal “Héroe” distinción de la cadena CNN

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Noticia del Tiempo.com

El caleño Jeison Aristizábal, quien nació con parálisis cerebral y que hace 15 años convirtió el garaje y la sala de su casa en una fundación para niños con discapacidad y de bajos recursos -hoy atiende a 600-, es el nuevo Héroe de la cadena estadounidense CNN 2016. Jeison estuvo entre 10 nominados del continente para recibir este máximo galardón, entregado el domingo en Nueva York (Estados Unidos), reconociéndole su trabajo y empeño por conseguir recursos que permitan financiar los tratamientos médicos de niños con limitaciones físicas y cognitivas en la capital del Valle del Cauca. Este joven, de 33 años y futuro abogado de la Universidad Santiago de Cali, cuenta que nació con parálisis cuando por salvarle la vida y a la de su mamá una partera pensó que lo mejor en ese momento de angustia era tirarle las piernas.  Jeison venía de pie. En esos segundos, el pequeño Jeison Aristizábal no estaba recibiendo el suficiente oxígeno para que la sangre llegara a su cabeza por lo que su llegada al mundo fue marcada con el diagnóstico de una parálisis cerebral y una displasia o malformación ósea en su cadera. Pero aunque uno de esos médicos sentenció al niño, que iba creciendo con dificultad para hablar, para caminar y para mover las manos, con un futuro lleno de dificultades, lo cierto es que la mamá de Jeison, María Emilia Aristizábal, hizo caso omiso a esas palabras y se propuso a que su hijo tendría un porvenir por delante más prometedor.

“El médico le dijo a mi mamá que yo no iba a servir para nada, solo para embetunar zapatos porque mi discapacidad era muy severa”, cuenta este caleño, cuya vida quedó plasmada en un libro escrito por doña María Emilia y que fue lanzado el año pasado.

“Quiero aportar con este libro un apoyo a todas las mamás que tienen niños con discapacidad para que se superen y que piensen en que realmente cuando tenemos ganas y fe podemos lograr muchas cosas, espero que sea un aprendizaje para que otros niños como él se superen”, dijo María Emilia.

“Una psicóloga le dijo a mi mamá que tenía dos opciones, una matricularme en un colegio para niños sin discapacidad o estudiar con niños que la tuvieran”, añadió quien para muchos es un milagro desde que hace más de una década decidió convertir su casa en el barrio Ricardo Balcázar, un  modesto barrio del oriente de Cali, en la esperanza de recuperación de cientos de pequeños con limitaciones físicas en toda la ciudad.  Antes de matricularse en el colegio de Ricardo Balcázar, Jeison no era ni la sombra de lo que fue cuando estuvo en otros planteles educativos, donde sus compañeros de clase se burlaban “porque pensaban que yo estaba borracho por la manera como hablaba y me movía”.

En esos años de niñez, uno de sus grandes desafíos fue el de montar bicicleta. Tenía 8 años cuando se atrevió a dar sus primeros pedalazos y después de algunas caídas, se levantaba hasta que logró lo que para él era difícil en esa época: mantener el equilibrio. Al conseguirlo, de allí en adelante no hubo ningún obstáculo para Jeison, ni siquiera el poder caminar y en la actualidad hasta para manejar su propio carro, luego de una lucha para que le otorgaran el pase después de mostrar con exámenes de un neurólogo que sí tenía capacidad para conducir.

“Yo pasé el examen físico y les mostraba las pruebas del neurólogo, pero como no me lo daban tuve que decirles que iba a instaurar una tutela porque eso era discriminación”, dijo Jeison quien recuerda con cariño sus años de estudiante en la institución educativa Humberto Jordán Mazuera, de su barrio Ricardo Balcázar, donde culminó su bachillerato y llegó a ser personero. En esa época ya le preocupaban otros niños con discapacidad como él. Así que cuando empezó una campaña para ayudar a un pequeño, empeñado en que tuviera una terapia sin costo, empezaron a llegar más y más a su vivienda, que se convirtió en un sitio de rehabilitación y que desplazó el garaje, luego la sala y el comedor del hogar de su mamá, de su padre adoptivo y de sus demás cuatro hermanos.

Decidido a tejer una cadena de sueños creó en su vivienda la Asociación de Discapacitados del Valle (Asodisvalle) desde donde ha emprendido innumerables cruzadas con apoyo de profesionales contagiados por el espíritu de superación de Jeison para hacer terapias gratis a niños de escasos recursos del oriente caleño. También ha luchado por niños del Humberto Jordán Mazuera, en ese 2002 cuando se intercambiaban los tenis a la hora de educación física, recordando aquella película iraní ‘Los niños del cielo’, en la que dos menores rotan su calzado para asistir a clases. Eso lo recuerda bien Cristian Hernando García, quien en esa época tenía 13 años y su padre, un zapatero del barrio Ricardo Balcázar, no tenía suficiente dinero para comprarle

Así mismo, Jeison ha realizado campañas para ampliar su casa, sede de Asodisval. Desde afuera parece una vivienda pequeña, pero al ingresar salen al paso corredores que se unen desde el interior con otras cuatro casas en la misma manzana que este caleño ha ido adquiriendo para crear salones para niños en etapa de párvulos y con severas discapacidades. Otra área es la de terapias donde desde el 2006 laboran estudiantes de Fisioterapia de la Escuela Nacional del Deporte, a manera de prácticas. Pero uno de los principales logros es el colegio Porfirio Barba Jacob, un establecimiento educativo privado que fue donado por una comunidad religiosa, a través del sacerdote Óscar de la Vega. Allí estudian niños tanto con discapacidad como aquellos que no tienen ninguna limitación.

Para el sostenimiento de cada uno de los 600 niños de Asodisvalle, Jeison ha contado también con una cadena de padrinos que están pendientes de pasarle subsidios a cada menor para sus tratamientos físicos.

En esa trayectoria también aparece una campaña al Concejo en el 2003 “para cambiar unas leyes y ayudar a personas con discapacidad. Hicimos la campaña se llamaba ‘Jeison, ladrón de corazones’. Sacamos 2.700 votos, no alcanzamos a llegar, pero aquí seguimos haciendo muchas cosas por las personas con discapacidad, en especial, por los niños”. Para quienes lo conocen en su barrio y en Cali por su labor social lo describen como un ser humano sencillo que suele montar en cicla y que siempre recuerda a ese médico de la niñez que creía que no pasaría de ser un embolador y que en la actualidad cuenta con un gran pelotón de personas que reconoce que su vida es un milagro.

 

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