El hombre que todos los días usa 2.297 llaves para abrir el Vaticano
Gianni Crea debe ser una de las personas que más temprano se despierta en Roma para cumplir con su trabajo. A las 3 de la mañana ya está en pie ya que dos horas después está delante de un enorme portón de madera. En sus manos lleva 2.797 llaves. Que no abren las puertas de un lugar cualquiera.
Este italiano tiene en sus manos las llaves de las puertas del paraíso. Es el portador de todas las llaves de los Museos Vaticanos.
Es el jefe de los claveros (clavarius, en latín) de ese famoso lugar. El clavero es el poseedor de las 2.797 llaves que abren todas las puertas, portones y hasta ventanas de los lugares más conocidos y secretos de esos Museos que lo llevan a caminar 7,5 kilómetros para dejar todo en condiciones.
Crea tiene cuatro grupos a su cargo (11 personas en total), que junto a él abren cada día todos los accesos a los Museos Vaticanos para que 30.000 personas ingresen a ellos diariamente.
Crea lleva 20 años haciendo este trabajo después de abandonar sus estudios de abogacía. Nacido en Roma, se crió en Melito di Porto Salvo, en Reggio Calabria, y volvió a Roma para sus estudios de Derecho. Pero empezó a trabajar como cuidador en la Basílica de San Pedro y un día descubrió un cuadro en los Museos Vaticanos: “La Escuela de Atenas”, una obra ubicada en las Estancias de Rafael. Ese fresco lo deslumbró y supo que ya no sería abogado.
Aunque su obra preferida (luego del Juicio Final en la Capilla Sixtina) es una estatua: el Apolo de Belvedere. Y admira la Galería de los Mapas, decorada por el papa Gregorio XIII (1572-1585).
Se siente feliz de haber cambiado de rumbo y de su tarea actual. Que no sólo abarca usar las 2.797 llaves para abrir. A la tarde, cuando el sol cae, usa la misma cantidad de llaves para cerrar todo hasta el día siguiente.
Este italiano, de 46 años, arranca todos los días abriendo la puerta número 1, el portón central de los Museos Vaticanos, la famosa Puerta de Santa Ana. Cada puerta tiene un número y un tratamiento especial.
Muchas de ellas se guardan en un búnker climatizado, en el Patio de la Piña . ¿Porqué a una temperatura especial? Porque las llaves tienen cientos de años y hay que evitar que se oxiden.
El mejor ejemplo es la llave 401. Abre el Museo Pío Clementino, el primero que contuvo la colección papal y que dentro tiene esculturas clásicas de un valor incalculable. Esa llave 401 tiene más de 500 años de antigüedad. Y pesa medio kilo.
Un lugar especial para Crea es la terraza de Nicchione, situada sobre los Museos Egipcios y cerrada al público. Él sube todos los días hasta allí en ascensor y abre la puerta. Que lo deja ante un panorama increíble. Ver el amanecer en Roma desde lo alto. Una llave más queda atrás.
Pero hay una que realmente lleva al paraíso. Esa llave se guarda dentro de una caja fuerte. Y no tiene número. Es la llave que abre la Capilla Sixtina. Todos los días se realiza una ceremonia con ella. Antes de guardarse en la caja fuerte se coloca dentro de un sobre lacrado por la dirección de los Museos Vaticano. Todas las madrugadas se abre esa caja fuerte, se rompe el sobre lacrado y se saca la llave, siempre en presencia de Crea y de dos empleados, para certificar la tarea. Esa llave tiene dos réplicas, también guardadas en la caja fuerte.
Crea está de acuerdo en que no tenga número. “¿Cuál iba a llevar? ¿el cero? Es un lugar único, y yo soy el privilegiado que todos los días entro primero a ese lugar”. Acción que va acompañada de hacerse la señal de la cruz.
A pesar de conocer las llaves de memoria, hay un libro donde están registradas por número las 2.297 llaves y el lugar que abren. El libro solo tiene un lugar sin número. Es justamente la Capilla Sixtina, que lleva dos iniciales en mayúscula: S.N. O sea “sin número”. Lo increíble es que la llave de la Capilla Sixtina es, a la vista, muy simple. Nadie imaginaría lo que abre.
En pleno 2018, resulta increíble que el Vaticano no tenga un sistema automático para la apertura de puertas. El propio Crea se muestra contrario: “Al ser manual, todos los días hacemos los mismos recorridos y descubrimos cualquier imperfección, incluso si una ventana no cierra bien. Si así sucede, avisamos, y al instante se hace presente personal de conservación y restauración para arreglarlo”.
Crea tiene una tarea extra. Después de la muerte de un Papa y antes del cónclave, se encarga de sellar todas las puertas que comunican los Museos Vaticanos con la Capilla Sixtina. Allí se reúnen los cardenales para votar y elegir al nuevo Pontífice.
No cualquiera puede ocupar el puesto de Crea. Al asumir firmó un compromiso por escrito en donde asumía que respetaría los sacramentos y la moralidad de la Iglesia. No tuvo problemas. Es religioso.
Texto y foto tomados de Clarin.com