El linfoma, se puede detectar a tiempo
Para Asmet Salud EPS es importante que cada uno de sus afiliados esté alerta a la presencia de ganglios inflamados y de ser así, consultar a la IPS más cercana.
Un diagnóstico temprano, el tratamiento oportuno y el establecimiento de fuertes redes de apoyo familiar y social, juegan un papel fundamental en la fase de tratamiento y mejora de la calidad de vida del paciente.
El linfoma es el cáncer más común en adultos y en niños que se origina en el sistema linfoide, el cual se encarga de mantener las defensas del cuerpo. Cuando la enfermedad se produce, los linfocitos (células blancas de la sangre que ayudan a combatir la infección) se hacen malignos y se multiplican de forma desordenada, generalmente a nivel de los ganglios linfáticos.
Por lo regular, el síntoma más importante es la presencia de ganglios inflamados o “bultos”, indoloros, que no mejoran con el paso del tiempo y que pueden aparecer en partes poco comunes, como en la región que se encuentra arriba de la clavícula o en las axilas.
El linfoma a menudo se puede confundir con otras enfermedades menos graves como la gripe, debido a la presencia de fiebre sin razón aparente más de tres días, sudores nocturnos, pérdida de peso (más del 10% en los últimos 6 meses), escalofríos, picazón en el cuerpo, falta de aire y tos, dolor abdominal (inflamación del bazo) fatiga, inflamación de las amígdalas, entre otros.
El diagnóstico definitivo se hace a través de la toma de biopsia del ganglio inflamado y el tratamiento, aunque depende del estadio y clasificación del riesgo del linfoma, generalmente consiste en:
• Quimioterapia: utilizada sola o en combinación con la radioterapia, es uno de los principales métodos de tratamiento para el linfoma. Involucra el uso de medicamentos destructores del cáncer que se administran por vía oral o por inyección.
• Radioterapia: utiliza radiación de alta energía para reducir el tamaño de los tumores y matar las células cancerosas.
• Trasplante de células madre: en este tratamiento, la médula ósea enferma es reemplazada con las células madre sanas del propio paciente (llamadas autólogas) o con las células madre de un donante (llamadas alogénicas), para ayudar a producir una médula ósea nueva. Un trasplante de células madre puede ser una opción cuando el linfoma regresa después del tratamiento.