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En 34 años Colombia perdió 1,4 millones de hectáreas de bosque

Según la a Fundación Gaia Amazonas, Colombia es el cuarto país amazónico con mayor deforestación.

Así avanza la deforestación en la Amazonía colombiana en el 2020.
Foto: Rodrigo Botero

La Fundación Gaia Amazonas publicó datos inéditos que arrojó la segunda Colección de la plataforma MapBiomas Amazonía que muestran la transformación de los bosques amazónicos de Brasil, Bolivia, Perú y Colombia en las últimas tres décadas.

Al analizar esos datos, se evidencia que entre 1985 y 2018, se registró una pérdida de 72,4 millones de hectáreas de cobertura vegetal natural en todo el bosque amazónico, un área equivalente al territorio de Chile

La Fundación Gaia Amazonas también reportó un crecimiento de la deforestación del 172 por ciento en áreas dedicadas a la agricultura y la ganadería en 33 años. Y es que en promedio, la actividad agrícola incrementó en casi 2 millones de hectáreas por año.

Brasil acumula el 90 por ciento de la pérdida total de bosque, seguido por Bolivia con el 5,3 por ciento; en tercer lugar está Perú con el 2,3 por ciento y le sigue Colombia con el 2 por ciento. Sin embargo, el Bioma amazónico aún mantiene el 83,4 por ciento de su cobertura vegetal natural.

En Colombia, la Fundación Gaia Amazonas encontró que en los últimos 34 años hubo una pérdida de 1,4 millones de hectáreas de bosque, es decir, que la cobertura forestal se redujo en un 3% al 2018, en relación con el bosque que existía en 1985.

Según los datos recogidos, Colombia es el cuarto país amazónico con mayor área perdida de bosque después de Brasil, Bolivia y Perú donde también se evidencia una expansión de coberturas agropecuarias.

Para este mismo periodo, las áreas transformadas se han duplicado: la cobertura agrícola aumentó en un 97%. Es decir que en la década de los ochenta se hablaba de 1,6 millones de hectáreas y en 2018 las áreas dedicadas a estas actividades alcanzaron las 3.2 millones de hectáreas, un área equivalente a la mitad del departamento de Antioquia.

A nivel departamental, Caquetá (33%), Meta (32.7%), Guaviare (18%) y Putumayo (12.4%)
concentran la mayor pérdida de bosque en la Amazonía colombiana en el periodo analizado. Estos mismos territorios presentan el mayor incremento de hectáreas con coberturas agropecuarias.

En la década de los ochenta y hasta mediados de los noventa, la transformación de la superficie boscosa en la Amazonía colombiana no superaba el 0.6%. De hecho, cerca del 80% de esta región podía clasificarse como selva virgen en un estado primario con muy poca intervención humana.

Sin embargo, el panorama cambió progresivamente como lo explica Adriana Rojas, coordinadora del Sistema de Información Geográfica de la Fundación Gaia Amazonas, “hubo una reducción promedio del 2% anual, paralelo al crecimiento de los frentes de colonización agrícola de Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo”.

Áreas con menor impacto
Los resultados obtenidos demuestran que los bosques se han conservado considerablemente en los territorios indígenas o áreas protegidas. Al 2018, más del 50% de los bosques de toda la Amazonía se encontraban bajo una de estas figuras de protección, cifra que para la Amazonía colombiana sobrepasa el 70%.

Los territorios indígenas, que en la actualidad albergan el 58% de los bosques en la Amazonía colombiana, perdieron tan solo un 0.19% de la cobertura forestal en las últimas tres décadas, es decir 47.500 hectáreas.

Las Áreas Naturales Protegidas, que hoy ocupan 10.7 millones de hectáreas en la Amazonía del país y concentran el 24% de los bosques de esta región, presentan un caso similar; en 33 años, la reducción de bosques fue de 62.500 hectáreas, lo que corresponde solo al 0.5% del área en 1985.

Para Andrés Llanos, asesor del Sistema de Información Geográfica de la Fundación Gaia Amazonía, este trabajo de seguimiento y monitoreo revela el papel fundamental que tienenlas figuras de protección y las comunidades locales en la conservación de los bosques, “un papel que debe fortalecerse desde el gobierno nacional, con estrategias de monitoreo permanente, recursos e incentivos. Además, de un mayor reconocimiento a las comunidades locales como los principales aliados en la lucha contra la deforestación, pues son quienes custodian estos bosques para las presentes y futuras generaciones”, concluyó.

 

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