Goya: descubre los orígenes del genio

La tierra del pintor aragonés es el mejor escenario para repasar su obra, una de las más completas en la cultura pictórica de nuestro país.
Entender la obra de Goya es una tarea con múltiples vertientes, pero su camino pasa necesariamente por Aragón. Cualquier curioso de su legado intuye su tierra natal como una cuna en la que, en forma de pincelada certera, comenzó a desgranar su creatividad.
El inicio de la obra de Goya va ligado, como la de tantos otros en su época, a la temática religiosa. Esas referencias son las que dominan en gran parte de sus frescos y pinturas murales repartidos por distintos puntos del territorio aragonés: Huesca, Remolinos, Pedrola, Muel o el Fuendetodos que le vio nacer pueden presumir de conservar originales que presiden distintos edificios y construcciones. La ruta de las raíces termina en Zaragoza: el palacio renacentista de Jerónimo Cósida, sede del Museo Goya. Colección Ibercaja – Museo Camón Aznar expone importantes obras de Francisco de Goya; de hecho, la Fundación, además de exhibir en Zaragoza, mueve alguna de sus obras por el territorio mediante exposiciones itinerantes que acercan a la sociedad en general el legado del pintor. Identificada con la figura de Francisco de Goya, Fundación Ibercaja difunde su legado como aragonés universal para desarrollar una programación de actividades muy extensa que pone en valor su obra.
Goya vivió en las calles de Zaragoza sus comienzos, pero sería injusto dedicar a la ciudad solo esa parte. Tras su etapa italiana, el genio instaló su taller en el Arco de la Nao, a unos pasos de la conocida plaza de San Miguel; trajo a España todo su aprendizaje, nacional e italiano, fundiendo la escenografía mural tardobarroca romano-napolitana con lo rococó, en un estilo inédito y revolucionario para la época.
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El vínculo con Aragón
La etapa aragonesa de Goya es imprescindible para comprender, en primer lugar, el origen de su obra. Los últimos coletazos del Barroco, marcados por el Rococó que tanto imperó a finales del S. XVIII, fueron un primer impulso en sus comienzos; sin embargo, pronto se desvinculó de las corrientes imperantes, como el neoclasicismo que se perfilaba como norma en el arte europeo y español.
Goya es, para muchos, un visionario. Por ello, Fundación Ibercaja tiene un compromiso férreo en la tarea de divulgar su obra, con una personalidad que se refleja en grabados y pinturas lejos de lo convencional. Tocó palos tan diversos que, muchas veces, todavía no habían desarrollado su máxima expresión. Hay trazas del aragonés en el expresionismo, el surrealismo y el romanticismo; hay guiños a Italia, en especial tras su viaje en 1770, que quedaron para siempre plasmados en forma de clasicismo que se deja notar, por ejemplo, en las pinturas de la Cartuja del Aula Dei de Zaragoza.
El eclecticismo de Goya no fue solo cuestión de estilos; también se dejó notar en la variedad de temas que pasaron por sus lienzos y grabados. Religión, retratos –que, con su toque personal, renovaron la concepción de la época–, sátira social o política, e incluso la locura hecha arte: su pincel era capaz de reflejar infinidad de realidades.
Todas las vertientes del genio
La obra de Goya no se puede entender al completo sin sus antecedentes. Es por ello que la primera planta del Museo Goya repasa la pintura religiosa española del Barroco, con obras representativas del Naturalismo y del Barroco decorativo. En la última sala, los trabajos de aragoneses como Aibar, Berdusán y Rabiella muestran un tipo de pincelada que marcó el camino del Goya más joven.
Antes, en la planta -1, el Museo introduce al artista desde una perspectiva contemporánea: dos vídeos aportan explicación a técnicas claves, como el retrato, hilo conductor del audiovisual principal. De esta forma, la Fundación Ibercaja hace llegar la obra del artista aragonés a personas de todas las edades.
No obstante, es en la planta 2 cuando se puede disfrutar del genio en todo su esplendor. La Sala Goya cuenta con una magnífica selección de cuadros religiosos (La Gloria), retratos (Autorretrato) y escenas imprescindibles en las que comprobar su evolución desde la etapa de juventud zaragozana hasta su culmen como pintor de Cámara en Madrid. Está muy bien acompañado con obras de sus referentes artísticos de juventud (Luzán, Giaquinto o Mengs) y de sus importantes cuñados, Francisco y Ramón Bayeu.
Además, la misma planta del Museo pone el foco en el talento de Goya en los grabados, con una amplia selección que, de Los Caprichos (1799) a Los toros de Burdeos (1825), muestra una faceta del artista tan importante y relevante como la pictórica.
Un artista no está completo sin su legado. El de Goya se puede visitar en la planta 3, e incluye obras de nombres como Unceta (paisajismo), Lagunas o Saura (abstracción).
Texto y foto tomados de
