Gracias a la ciencia, la esclerosis múltiple está dejando de ser sinónimo de discapacidad
La esclerosis múltiple es una de las enfermedades más comunes del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). Es crónica y se caracteriza por el ataque del propio sistema inmune del organismo a la sustancia que recubre los nervios (mielina), lo que va generando lesiones en la sustancia blanca del cerebro -donde están las fibras nerviosas- y en la sustancia gris (neuronas). Por eso, sin tratamiento, la patología deriva en distinto tipo de discapacidades motoras y cognitivas.
Los síntomas más comunes son visión borrosa, debilidad en las extremidades, sensación de hormigueo, inestabilidad al intentar mantenerse en pie, problemas de memoria y fatiga. En los casos más graves o cuando la enfermedad ya está avanzada, las personas ya no pueden valerse por sí mismas. Si bien, por el momento, no hay ningún medicamento que pueda curarla, cada vez hay más tratamientos que pueden modificar el curso de la enfermedad y por eso resulta esencial el acceso al diagnóstico temprano.
La neuróloga argentina Berenice Silva nos lleva a un breve recorrido sobre cómo ha progresado en los últimos años desde el punto de vista científico la lucha contra la esclerosis múltiple.
Berenice Silva combina una poderosa pasión asistencial (que la llevó a estudiar medicina y atender pacientes) con una curiosidad permanente, lo que hizo que realizara un doctorado y se convirtiera también en investigadora de laboratorio. La especialista asegura que los nuevos tratamientos cambiaron el curso natural de la enfermedad en solo una década. Y cuenta cómo avanza su prometedor trabajo para encontrar terapias efectivas contra las formas más severas de la patología que afecta a 3 millones de personas en el mundo.
“Cuando empecé en esta especialidad, hace unos 12 años, había muy pocas opciones terapéuticas y era muy duro darle a los pacientes un diagnóstico de esclerosis múltiple, porque era una enfermedad que llevaba irremediablemente a la silla de ruedas y a un deterioro cognitivo severo. Hoy, ese panorama cambió de manera rotunda: gracias a la investigación científica, que aportó más de 10 nuevos tratamientos, con los cuales los pacientes pueden llevar una vida normal y dejó de ser sinónimo de discapacidad”. Berenice Silva, neuróloga del Hospital Italiano de Buenos Aires y el Hospital Ramos Mejía (CABA), e investigadora del Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso Central, en la Fundación Instituto Leloir, deja, por tanto, un mensaje esperanzador para los 3 millones de personas que viven con esa enfermedad en el mundo.
Silva se recibió de médica en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en Argentina e hizo la especialidad en Neurología en el Hospital Ramos Mejía. En esos cuatro años de formación, descubrió su interés por la esclerosis múltiple, porque le impactaba que fuera una enfermedad que se diagnosticaba en gente de entre 20 y 40 años. “Es de las pocas patologías neurológicas que afecta a personas jóvenes. Están en la mejor etapa de sus vidas, con un montón de proyectos laborales, académicos y personales, y justo en ese momento les cae un diagnóstico que es muy fuerte”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir.
Por aquella época, había unos pocos tratamientos disponibles para la forma más común de la enfermedad, llamada “esclerosis múltiple en brotes y remisiones” (afecta al 85% de los pacientes) y era un área en la que se estaba investigando mucho, algo que también fomentó la curiosidad de Silva. Así fue que viajó a España para profundizar su formación. Primero, en el Hospital Vall d’ Hebron, en Barcelona, y luego en el Hospital Carlos Haya, de Málaga, dos centros de referencia mundial sobre la patología.
“Para formarnos en esclerosis múltiple siempre intentamos ir a algún centro de Europa, Estados Unidos o Canadá, porque ellos tienen una altísima prevalencia de la enfermedad. Mientras en Argentina tenemos unos 35 casos por cada cien mil habitantes, allá hay alrededor de 350 cada cien mil”, aseguró Silva, quien durante su viaje a España descubrió una nueva vocación. “Fui como médica a atender pacientes a dos centros líderes, que también son fuertes en investigación clínica y traslacional, aquella que busca transformar hallazgos de laboratorio en tecnologías como puede ser un fármaco. Como me di cuenta que en lo que tenía que ver con lo asistencial no había mucha diferencia con lo que se hacía en Argentina, empecé a pensar qué me podía llevar de diferente para cuando regresara”, dijo.
Tentada por el modelo animal de esclerosis múltiple en ratones con el que investigaban sus pares en Barcelona, a Silva le empezó a interesar la parte de la medicina traslacional y la ciencia básica aplicada a esa enfermedad. Por eso, cuando volvió a Argentina se propuso averiguar quiénes trabajaban en ese tema en el país. Ese fue el inicio de su vínculo con los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina en la Fundación Instituto Leloir, Fernando Pitossi y Carina Ferrari.