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Hallada la evidencia de vida más antigua que se conoce

Tubos de hematita en las fumarolas hidrotermales, que representan los microfósiles más antiguos.

Matthew Dodd / EPV

Publicación de EL PAÍS de Madrid, España.

El descubrimiento de tubos y filamentos fósiles de hace 4.000 millones de años indica una alta probabilidad para la evolución rápida de la vida.

El origen de la vida no es el problema más acuciante de la investigación biológica, pero sí el más profundo, y tal vez el más filosófico. Algunos científicos lo abordan intentando reproducirlo en el laboratorio, y otros explorando las rocas más antiguas del planeta en busca de sus evidencias más remotas. Esta segunda línea de indagación acaba de hacer un descubrimiento deslumbrante. Y de batir un récord histórico.

Un equipo internacional de geólogos, paleontólogos y nanotecnólogos han hallado unas estructuras tubulares y filamentosas que, según interpretan, representan bacterias fósiles. Y las han hallado en unas rocas canadienses (el cinturón Nuvvuagittuq) que provienen de fumarolas hidrotermales del fondo oceánico de hace 3.770-4.280 millones de años. La Tierra tiene 4.500 millones de años, de modo que estos microfósiles representan las evidencias de vida más antiguas de las que hay constancia hasta ahora. Y ya no queda mucho margen para seguir viajando hacia el pasado.

Los microfósiles más antiguos confirmados hasta ahora tienen 3.500 millones de años. Eso es 1.000 millones de años después del origen de la Tierra, pero los primeros cientos de millones de años del planeta fueron un verdadero infierno geológico. En el Sistema Solar recién formado, el diluvio permanente de meteoritos, cometas y otros objetos celestes aún mayores –como el que nos arrancó la Luna de un solo y brutal impacto— generaron unas condiciones no ya incompatibles con la vida, sino incluso con los procesos químicos que la precedieron.

El nuevo hallazgo, que se remonta a 3.770-4.280 millones de años atrás, solapa ya con aquella época infernal. Si los microfósiles canadienses representan vida bacteriana, debe tratarse de algo muy parecido a las primeras formas de vida en la Tierra. Y ya eran bastante variadas en aquella época primigenia. Matthew Dodd, del University College de Londres, y sus colegas de Leeds (Reino Unido), Ottawa (Canadá), Crawley (Australia) y los servicios de inspección geológica de Noruega y Estados Unidos presentan su investigación en el artículo principal de Nature.

El cinturón de Nuvvuagittuq, en Quebec, contiene algunas de las rocas sedimentarias (originadas por la acumulación de sedimentos en el fondo del mar) más antiguas que conoce la geología. En sus orígenes, estas rocas eran parte de una fumarola hidrotermal (un géiser submarino) donde abundaban las emanaciones de hierro. En esas cunas ricas en energía y minerales, piensan muchos científicos, surgieron las primeras formas de vida –las primeras bacterias— hace alrededor de 4.000 millones de años, cuando los meteoritos empezaron a amainar.

“Nuestro descubrimiento”, dice Dodd, “apoya la idea de que la vida emergió en fumarolas calientes del fondo del mar, poco después de que se formara el planeta. Esta rápida aparición de la vida en la Tierra encaja con otras evidencias recientes de túmulos datados en 3.700 millones de años atrás que fueron configurados por microorganismos”.

Bandazos geológicos

La datación de los fósiles más antiguos de la Tierra ha sufrido considerables bandazos en los últimos tiempos. Hace 15 años, era común en la literatura científica citar las alfombras bacterianas descubiertas por William Schopf, y datadas en 3.900 millones de años. Más tarde los geólogos las pusieron en cuestión, pues descubrieron mecanismos abióticos (independientes de la vida) capaces de generar esas arquitecturas. Desde entonces, los fósiles bacterianos más antiguos, y aceptados por todos los paleontólogos, se han datado en 3.500 millones de años.

El nuevo hallazgo vuelve a retrasar la fecha, incluso más que en los cálculos de Schopf. Dodd y sus colegas han dedicado lo mejor de su trabajo a argumentar, con datos y sistemas de análisis de vanguardia, que sus tubos y filamentos canadienses son producto de procesos bióticos (asociados a la vida), y que son muy similares a otras estructuras mucho más modernas que se aceptan sin discusión como biológicas. Algunas son fósiles, y otras siguen vivas en las fumarolas oceánicas actuales.

“Nuestros descubrimientos”, dice Dodd, “demuestran que la vida se desarrolló en la Tierra en un tiempo en que tanto la Tierra como Marte tenían agua líquida en la superficie, lo que plantea una cuestión emocionante sobre la vida extraterrestre. Nuestra predicción, por tanto, es que se hallarán evidencias de vida en Marte de hace 4.000 millones de años. De lo contrario, la Tierra será una excepción muy especial”.

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