La carrera contra el reloj para un desarrollo más inteligente
Es sorprendente ver cómo las prioridades en materia de desarrollo se han uniformizado en los últimos cinco años. Los países de toda clase de nivel ingresos están dando prioridad a su doble transición hacia economías “verdes” y digitales.
Por una parte se han comprometido a alcanzar en 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se han fijado, y el cronómetro ha empezado su cuenta atrás. Por otra parte la mayoría de ellos están convencidos de que su futura competitividad va a depender de la prontitud con la que efectúen la transición hacia la creación de sociedades digitales.
El subtítulo del Informe de la UNESCO sobre la Ciencia, “La carrera contra el reloj para un desarrollo más inteligente” hace referencia a esa doble transición prioritaria.
En esta séptima edición del Informe de la UNESCO sobre la Ciencia se efectúa el seguimiento del itinerario de desarrollo que los países del mundo han recorrido en los últimos años desde el punto de vista de la gobernanza de la ciencia.
El informe documenta la rápida transformación que está en marcha en las sociedades humanas en su conjunto, lo cual ofrece nuevas posibilidades para experimentos en el plano socioeconómico y al mismo tiempo entraña el riesgo de exacerbar las desigualdades sociales a no ser que adopten medidas de protección.
En el informe se llega a la conclusión de que va ser preciso que todos los países inviertan más en investigación e innovación, si quieren llevar a cabo con éxito la doble transición “verde” y digital. Desde 2014 ya son más de 30 los países que han incrementado su gasto en investigación, de conformidad con el compromiso que contrajeron para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A pesar de este avance, ocho de cada diez países del mundo siguen dedicando a la investigación menos del 1% de su PIB, perpetuando así su dependencia de las tecnologías procedentes del extranjero.
Habida cuenta de que el sector privado va a tener que impulsar una gran parte de la doble transición “verde” y digital, los gobiernos se están esforzando por facilitarle su tarea en el campo de la innovación mediante la adopción de nuevos instrumentos en sus políticas, por ejemplo la creación de centros para la innovación digital en los que las empresas pueden “ensayar antes de invertir” en tecnologías digitales.
Algunos gobiernos también están tratando de mejorar la condición socioeconómica de los investigadores con aumentos de salario y medidas de otro tipo. En el plano mundial, el personal de investigación ha aumentado muy considerablemente desde 2014.
La pandemia de Covid-19 ha dinamizado los sistemas de producción de conocimientos. Esta dinámica es la que ha impulsado la tendencia hacia una mayor colaboración científica internacional, lo que constituye un buen presagio con respecto a la cooperación imprescindible entre países para afrontar retos de importancia mundial como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Sin embargo, según un estudio de la UNESCO, la investigación sobre la sostenibilidad no es todavía cosa corriente en las publicaciones académicas, pese a que los países están invirtiendo más que antes en las tecnologías verdes.