La ingeniosa canoa solar con la que se puede viajar sin petróleo por la selva ecuatoriana
Bajo la pálida luz de un bombillo que cuelga del techo de palma de un cobertizo de madera, un círculo de hombres bebe litros y litros de una infusión de hojas preparada la noche anterior por las mujeres de la casa.
Son las cuatro de la mañana y aún falta un par de horas para que amanezca en Kapawi, una pequeña comunidad de la nacionalidad indígena achuar en un remoto rincón de la Amazonía ecuatoriana.
Los hombres beben y beben hasta que el cuerpo les dice basta.
Y, uno a uno, desaparecen en la oscuridad de esta noche sin luna para vaciar el contenido de sus estómagos con ruidosas arcadas y vómitos.
Al regresar, más despiertos y energizados por la purga, comienzan a relatar e interpretar los sueños de la víspera.
El mundo onírico tiene un papel central en la vida de los achuar: no solo guía las acciones del día, sino también los planes a largo plazo, el futuro de la comunidad.
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Y fue justamente en una de estas ceremonias, un ritual ancestral conocido como guayusada, que los ancianos compartieron un sueño hace más de medio siglo que acabó siendo premonitorio: por las aguas marrones del río vieron bajar “un barco de fuego”.
Mito o historia genuina, lo cierto es que esta visión se ha transformado recientemente en una realidad para un grupo de comunidades achuar.
Desde abril de 2017, una canoa impulsada por energía solar recorre 67 km a lo largo de los ríos Capahuari y Pastaza y comunica entre sí a unas mil personas repartidas en nueve asentamientos aislados que viven en sus márgenes.
“Mis papás, mis abuelos lo han soñado. El sueño es una comunicación. Los achuar conocemos por los sueños. El sueño no es mentira, es la verdad”, me dice Hilario Saant, un anciano de Kapawi que compensa con creces su español torpe con la inmensa expresividad de su rostro y sus manos.
La canoa se llama Tapiatpia en honor a un legendario pez eléctrico de la zona, y es el primer sistema fluvial comunitario solar de la Amazonía.
Este modelo de transporte sostenible que recorre el territorio por sus rutas ancestrales, los ríos, no solo materializa un antiguo sueño: también responde al deseo profundo de esta cultura de vivir en armonía con el medioambiente.
Aún está en su etapa inicial. Pero si resulta exitoso, tiene el potencial de implementarse en otros ríos de la cuenca amazónica, un ecosistema amenazado por la deforestación, la explotación petrolera y la minería, y de cuyo futuro depende el clima del planeta.
Tecnología de punta, diseño ancestral.
“La canoa solar es una solución ideal para este lugar porque aquí hay una red de ríos navegables interconectados y una gran necesidad de transporte alternativo”, le explica a BBC Mundo Oliver Utne, el cooperante estadounidense que le dio vida al proyecto Kara Solar* (Kara significa sueño en achuar), después de convivir con la comunidad durante años.
“Como la gasolina solo puede llegar hasta aquí por avioneta, cuesta hasta cinco veces más que en el resto del país”, explica.
Eso la convierte en un lujo que no todos pueden darse.
“Por otra parte, la amenaza de la llegada de las carreteras a este territorio, uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo, está muy presente”.
Las carreteras… Un tema sobre el que, como más tarde descubriré, todos tienen algo que decir.
“Traerlas hasta aquí significaría la destrucción de esta biodiversidad y produciría un impacto muy fuerte en estas culturas”, argumenta este joven de poco más de 30 años, cabello rubio y ojos azules que los achuar tratan como a uno más de la familia.
Con un techo de 32 paneles solares montados sobre una canoa tradicional de 16 metros de largo y dos de ancho, Tapiatpia encarna la fusión de la tecnología moderna con el conocimiento ancestral.
Hecha con fibra de vidrio en vez de madera para extender su vida útil, la canoa tomó prestado su diseño de la embarcación típica de los indígenas cofanes del norte de Ecuador.
Después de varios estudios de navegabilidad, me cuenta, resultó ser el modelo que mejor se adapta a las condiciones amazónicas.
Las rutas, los horarios, el puerto central y otros asuntos relativos a su funcionamiento fueron decididos por las propias comunidades, con ayuda de Plan Junto, una organización que se encarga del aspecto comunitario del emprendimiento.
“De nada sirve el barco si no hay un grupo de gente pensando en cómo usarlo y en cómo aprovecharlo”, explica Celia Salazar, gerente de operaciones de campo de Plan Junto.
“Nosotros pensamos todos los pasos con ellos desde cero para que esta infraestructura sea realmente útil y no se convierta en un elefante blanco más que se queda en la Amazonía”.
Textos y foto de BBC Mundo