La obsesión de las mujeres por verse bien siempre puede afectar notablemente la salud de ellas
A la hora de compartir una fotografía o un selfie en alguna red social, las personas, y en concreto las mujeres jóvenes, son capaces de realizarse más de veinte fotos hasta encontrar una en la que se vean “bien” y, si no, no la comparten.
Esta “obsesión” por compartir fotografías en las que se vean guapas no es algo nuevo, pero sí es cierto que puede afectar notablemente su salud. En este sentido, la Universidad City de Londres publicó un informe que habla de una investigación basada en 175 mujeres jóvenes (de 18 a 30 años) y personas no binarias del Reino Unido.
El informe, titulado “Cambiando la imagen perfecta: teléfonos inteligentes, redes sociales y presiones de apariencia”, abordó una variedad de problemas, algunos relacionados con las opiniones que las participantes tenían sobre la positividad corporal.
Asimismo, en última instancia, el informe sirve como un registro de la frustración de los jóvenes con los medios de comunicación, que, según ellas, idealizan ser blancos y heterosexuales y retratan ideas muy estrechas de lo que es ser bello.
“La crítica de la perfección estuvo presente durante toda la investigación y los jóvenes nos dijeron que se sienten abrumados por imágenes que son demasiado perfectas”, explica la profesora Rosalind Gill, autora del informe. “En este sentido, las mujeres de color, las mujeres discapacitadas y las personas que no se ajustan al género, nos dijeron que, rara vez, ven a alguien como ellas salir en los medios de comunicación”.
El informe destaca cuánto de problemáticos son los estándares de apariencia y cómo los teléfonos inteligentes, junto con las aplicaciones de edición y filtros, contribuyen a una norma social donde las percepciones de la belleza son muy limitadas. Esto hace que muchos jóvenes se sientan sometidos a un escrutinio constante por parte de sus homólogos.
En este sentido, un asombroso 90% de las mujeres jóvenes entrevistadas informaron que usaban un filtro al publicar un selfie y dos tercios confesaron que editaban ese selfie. Estas ediciones incluyen igualar y aclarar el tono de piel, blanquear los dientes y lucir más delgado.
Así, el uso de filtros y herramientas de edición está plagado de problemas para las mujeres, porque, por un lado, quieren verse mejor, con una imagen perfecta, pero, por otro, hay presión para ser auténticas y no “falsas”.