Los antibióticos del futuro están escondidos en el fondo del mar
Publicación de EL PAIS de Madrid. Edición: Noelia Núñez. Georghe Karja Texto: José L. Álvarez Cedena
Alexander Fleming es uno de los científicos más famosos de la historia. Seguramente por la gran cantidad de vidas que sus investigaciones sobre la penicilina y los antibióticos han ayudado a salvar durante décadas. El médico británico sabía, sin embargo, que sus descubrimientos no eran eternos, que podría llegar un momento en el que los microbios causantes de enfermedades e infecciones ganasen la batalla. Y así lo advirtió en su discurso de aceptación del premio Nobel en 1945: “No es difícil producir microbios resistentes a la penicilina… podría venir un tiempo en que la penicilina pueda ser comprada por cualquier persona en una tienda, entonces, existirá el peligro de que la gente se autoadministre dosis bajas y exponga a los microbios a cantidades no letales de este fármaco, que los vuelvan resistentes”. Ese día ha llegado y la Organización Mundial de la Salud lleva un tiempo alertando de ello. Keiji Fukuda, subdirector de la OMS para Seguridad Sanitaria, aseguraba en 2012: “Si no tomamos medidas importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas repercusiones serán devastadoras”. Algunos estudios indican que el 50% de los pacientes hospitalizados reciben tratamiento antibiótico y, de ellos, la mitad podría haber sido prescrita de forma inadecuada.
Si no fuera por las dramáticas consecuencias de estos errores, la falta de eficacia de los antibióticos podría leerse como un capítulo más en el apasionante libro de la lucha por la vida. Las bacterias se hacen resistentes, se adaptan, para sobrevivir. Y nuestra ciencia debe buscar nuevas soluciones ante este problema. Uno de los investigadores que más avances está logrando en este campo es el químico y oceanógrafo estadounidense William Fenical, quien lleva desde los años setenta buscando microorganismos marinos que puedan servir para la fabricación de medicinas. El mar para Fenical es un laboratorio gigantesco repleto de formas de vida evolucionadas durante cientos de millones de años de selección natural, y en ellas puede estar la respuesta -hasta ahora ignorada- a la falta de eficacia de los antibióticos terrestres. Esta posibilidad se le ocurrió al equipo de Fenical en 2001 cuando, analizando el ADN de una bacteria obtenida en el fango del fondo marino, se dieron cuenta de que estaban ante un microbio desconocido hasta entonces para la ciencia.
Fenical asegura que “en 2030 morirá más gente por enfermedades infecciosas que por cáncer”, lo que da idea de la urgencia de sus investigaciones. La clave para que esto no ocurra es conseguir que la industria farmacéutica invierta en la producción de nuevos antibióticos, lo que vuelve a llevar el debate de la salud mundial al siempre resbaladizo terreno de la rentabilidad económica. Ojalá los que tienen capacidad de decidir escuchen voces coherentes, como la de Fenical. La vida de millones de personas depende de ello…