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PEF, el nuevo plástico de origen vegetal

Este material, conocido como furanoato de polietileno, podría sustituir al PET y contaminar menos.


El plástico vegetal, o furanoato de polietileno (PEF), podría contribuir a que las plantas productoras de plástico reduzcan sus emisiones de carbono en un 25 por ciento.
Foto: Efe

Un nuevo plástico, producido a partir de azúcares vegetales en lugar de combustibles fósiles, permitirá fabricar envases que se degradarán en tan solo un año y podría reducir drásticamente una de las principales formas de contaminación ambiental.

¿El final del plástico?, se pregunta el diario británico ‘The Guardian’ sobre la drástica reducción de la contaminación medioambiental que podría generar la llegada de un nuevo tipo de plástico de degradación y reciclaje rápidos, producido a base de distintas plantas, y que se utilizará primeramente para fabricar botellas de bebidas y envases de alimentos.

Las firmas Carlsberg y Coca-Cola prevén embotellar algunas de sus cervezas y refrescos en este material de origen vegetal, y Danone será otro de los pioneros en incorporar a sus envases este material llamado furanoato de polietileno o PEF, para abordar en el futuro el daño ambiental causado por la contaminación plástica, así como la dependencia de los combustibles fósiles, según ‘The Guardian’.

El proyecto, que sigue adelante a pesar del parón del coronavirus, lo impulsa la compañía de productos químicos renovables y sostenibles Avantium, de los Países Bajos.

Además de conseguir el respaldo de esas tres y otras multinacionales alimentarias, espera aprobar este mismo año una importante inversión en su planta de producción de bioplásticos neerlandesa.

“En la producción del ‘plástico de las plantas’ se utilizarán los azúcares extraídos de trigo, maíz y remolacha, cultivados de forma sostenible”, informa Tom van Aken, director ejecutivo de Avantium, con sede en Ámsterdam.

En el mundo se producen al año unos 300 millones de toneladas de plástico a partir de combustibles fósiles, los cuales suponen una importante contribución a la crisis climática. Además, la mayor parte de ese plástico no se recicla y contamina los océanos con residuos que pueden tardar siglos en descomponerse por completo, según Avantium.

No en vano iniciativas para desestimular el consumo de plásticos como el Día Internacional Libre de Bolsas Plásticas, celebrado el 3 de julio de cada año, buscan reducir el consumo de estos y promover regulaciones que los prohíban o restrinjan, como ya pasa en Canadá, Chile, México y Colombia.

“Este nuevo plástico vegetal, lo suficientemente resistente como para botellas de este material contengan bebidas carbonatadas, tiene credenciales de sostenibilidad medioambiental muy atractivas, porque no utiliza combustibles fósiles, puede reciclarse e, incluso, se degradaría en la naturaleza mucho más rápido que los plásticos normales”, añade Van Aken.

 

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