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¿Qué va a pasar cuando desaparezca el dinero?

El fin de los días del papel moneda está mal planteado. Queremos decir que se ha planteado mal hasta ahora. Llevamos preparándonos para un luto inminente desde hace medio siglo. Y ahí sigue.
El principal problema es que todo el mundo hace la pregunta equivocada: ¿Cuándo va a desaparecer el papel moneda? Porque todo el mundo quiere ponerle fecha: que si en 2025, que si en 2030, que si el año que viene… Y la pregunta que nos tenemos que hacer no es tanto el cuándo va a desaparecer, sino por qué puede interesar más que desaparezca en lugar de convivir, como hace ahora, con otros medios de pago como las tarjetas de débito y crédito, las criptomonedas -sobre todo la tecnología blockchain que tiene detrás más que las monedas en sí- y las fórmulas de pago digital como Paypal, Apple Pay, Google Wallet y las billeteras digitales de los bancos. A ver que la primera pregunta es más llamativa y la segunda, lo sabemos, te hace bostezar, pero sólo entendiendo las consecuencias se va a comprender mejor cuánto va a tardar en desaparecer. Porque puede interesar más que no desaparezca por completo.
Y. sobre todo, porque pase lo que pase vas a tener que esperar sentado. Nos acercamos a un futuro con menos papel moneda, no hacia un futuro sin ningún tipo de moneda física. Y por futuro nos referimos al que vas a ver tú y al que vamos a ver nosotros, no al que vayan a ver nuestros tataranietos, que -todavía- no tenemos una bola de cristal.
Justo cuando se habla del fin del dinero, ahora mismo hay una cantidad récord en circulación: nada menos que 1,08 trillones de euros y 1,63 billones (sí, billones españoles, no es una errata) de dólares estadounidenses, la mayoría en billetes de 50 euros, 100 euros, 500 euros y 100 dólares. Según aseguran economistas como Kenneth Rogoff, “la mayor parte de este dinero se utiliza para financiar la evasión fiscal, la corrupción, el terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas y una economía sumergida mundial masiva”. Si estás intentando vender ahora mismo tu casa y llevas ya un par de meses enseñándola ya entenderás por qué desconfía tanto el señor Rogoff, para más señas profesor de la Universidad de Harvard, ex-economista jefe del Fondo Monetario Internacional y autor de La maldición del dinero(Princeton University Press). Bueno y si das clases particulares de matemáticas en negro, pues idem.
Un disclaimer antes de seguir: Esto lo escribe alguien que no lleva dinero suelto desde que en 1988 le atracaron en los bajos de Callao (Madrid) y le sustrajeron de mala manera las 500 pesetas con las que pretendía comprarse un par de tebeos (dos que me faltaban de Crisis en Tierras Infinitas, si es que tienes curiosidad) en Madrid Cómics y desde entonces ha ido cashless por la vida o tirando de tarjeta (de débito), prescindiendo de los pequeños placeres de la vida por debajo del mínimo permitido para utilizar el muchas veces esquivo TPV (GPRS o no GPRS). He pasado sed y he pasado hambre al lado de máquinas de vending.
Y también lo escribe alguien que sabe que en un billete te puedes encontrar una población microbiana diversa dominada por restos de piel humana, Propionibacterium acnes, Staphylococcus epidermidis, Micrococcus luteus, Lactococcus lactis y Streptococcus thermophilus. Sí, estoy condicionado.
El departamento de En Menudos Berenjenales Nos Metemos (EMBNM) de Esquire.es quiere abordar este tema de moda -el de la desaparición de monedas y billetes, no el de los microbios- de forma práctica. ¿Que por qué escribimos sobre ello? Yo uso dinero, tú usas dinero, él/ella usa dinero, nosotros/as usamos dinero, vosotros/as usáis dinero y ellos/as usan dinero. Si se puede conjugar, querido lector de Esquire, se puede explicar. Nosotros hemos limitado el dilema a 5 preguntas clave.
¿Por qué está de moda? Habrás leído que Suecia, Dinamarca y Noruega podrían convertirse en los primeros países sin efectivo. A ver. Para empezar, no es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana. Estamos hablando de países como Dinamarca, donde dejaron de emitirse nuevos billetes en 2016 y de Suecia, donde los minoristas están legalmente autorizados a rechazar el pago en efectivo. Menos de una quinta parte de las transacciones minoristas suecas serealizaba en efectivo. Es habitual ver en muchos locales, incluidas cafeterías y bares, el cartel de ‘Zona libre de efectivo’. Imagina ahora si esto podría darse en España. Te damos un minuto… ¿Ya?
Y eso solo es una parte de la fotografía. Stefan Ingves, gobernador de Riksbank, el banco central sueco, ha declarado recientemente que el Gobierno debería considerar forzar a los bancos a proporcionar una corona en efectivo a los clientes para evitar que el papel y el sistema de monedas se agoten. El parlamento sueco está analizando el impacto de no tener dinero en efectivo después de los temores de que excluya drásticamente las necesidades de los ancianos, los niños y los turistas que dependen del dinero en efectivo. Así que eso de que vaya a ser un país cashless antes de 202o está por ver.
Empecemos a hacernos preguntas más adecuadas. Como diría JFK: No preguntes qué puede hacer por ti un mundo sin dinero en efectivo, pregúntate qué puedes hacer tú por un mundo sin cash.

¿Por qué tiene sentido realmente eliminar el papel moneda?
Aquí no hay que pensar en las ventajas que aporta la tecnología, sino en qué problema resolvería realmente eliminar billetes y monedas. “El gran problema con el dinero en efectivo es que en todos los países avanzados una gran parte se usa para facilitar la evasión de impuestos y un gran espectro de otras actividades delictivas. La prevalencia de grandes billetes, por ejemplo, el billete de 100 dólares o el billete de 500 euros, también obstaculizan la capacidad de los gobiernos para responder rápidamente a las crisis financieras. El sistema actual simplemente hace que sea muy fácil hacer intercambios ilícitos repetidos a gran escala en efectivo con billetes grandes”, insiste Rogoff en su libro. Este economista explica que un millón de dólares en billetes de cien dólares es fácil de llevar en una bolsa de compras, pero un millón en billetes de diez dólares pesa unos doscientos veinte kilos. ¿Dónde están -se pregunta este economista- los 1.000 millones de dólares que no están en los bancos?
No sólo en la delincuencia y los costes asociados, piensa por un minuto para qué sirven los impuestos. ¿Ya? Pues eso.
“El objetivo a corto plazo no debería ser una sociedad sin efectivo, sino una sociedad con menos efectivo. Piensa en billetes más pequeños, digamos de 10 dólares/euros o menos, por un período indefinido. Esto ayudará a mitigar las preocupaciones sobre la privacidad, los cortes de energía y la continua conveniencia del efectivo en algunas transacciones a pequeña escala”, propone Rogoff
Vale, y si nos deshiciéramos de la mayoría de los billetes, ¿los delincuentes y los evasores de impuestos no encontrarían otras formas de engañar al sistema?
“Por supuesto, pero hay buenas razones por las cuales el efectivo es el rey en la economía subterránea global. Existen otras maneras de lavar dinero y ocultar ingresos, pero no ofrecen la misma seguridad o aceptación universal que el efectivo. Si Estados Unidos pudiese reducir la delincuencia y la evasión fiscal incluso en un 10-15 por ciento eliminando los grandes billetes de 100 dólares, eso supondría ya un gran beneficio para la sociedad. Y es probable que Europa tenga aún más que ganar luchando contra la evasión fiscal”, apunta Rogoff en La maldición del dinero.

¿Por qué le tenemos tanto apego al dinero en efectivo?
“El efectivo es el único instrumento de pago en el que cualquier persona puede realizar transacciones, en cualquier momento, en cualquier lugar, sin la participación de terceros. Con esta libertad viene una fuerte protección de la privacidad. La moneda no sabe ni le importa quién la tiene o cuándo y dónde tiene lugar una transacción económica. Las personas tienen una sensación visceral de seguridad cuando tienen dinero en efectivo”, apuntan los profesores de la Universidad de Tuft Bhaskar Chakravorti y Benjamin Mazzotta, que ahora mismo son los economistas quede forma más sensata están estudiando el futuro del dinero.
Básicamente, los seres humanos todavía le vemos una utilidad real a mantener el papel moneda tanto para las transacciones diarias como como una reserva de valor y protección contra otra crisis financiera.
¿Cuáles son los principales obstáculos para dar el salto a una economía completamente virtual sin papel moneda?
Para empezar, a muchos comerciantes no les hacen especial gracia los costes de infraestructura y las tarifas asociadas con los pagos electrónicos, aunque el dinero en efectivo tenga también costes asociados de almacenaje, transporte y seguridad.
La comodidad es un problema para muchos clientes que prefieren efectivo, especialmente para las generaciones mayores que tienen menos confianza cuando se trata de usar tecnología. En Suecia, el 95% de las transacciones económicas son digitales, pero ¿qué pasa con ese 5% no digital?
La seguridad también es un problema: al margen de las implicaciones políticas que tiene darle el visto bueno a la seguridad de transacciones con monedas digitales y criptomonedas, que eso da para otro artículo, muchas personas simplemente no confían en la tecnología. Un reciente informe del Mobile Ecosystem Forum del World Economic Forum descubrió que el 34% de las personas no desea realizar transacciones en su teléfono móvil, y, eso, claro, es un problema.
¿Qué pasaría con los pobres en una sociedad sin dinero en efectivo?
“La mayoría de las transacciones en tiendas minoristas en comunidades pobres son cantidades muy bajas que pueden continuar si se dejan billetes pequeños en circulación. Los pobres no usan habitualmente billetes de 100 dólares, que constituyen hasta el 80 por ciento del suministro de divisas de los EE. UU…”, indica este economista.
Texto y foto tomados de 

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