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Se conocen Grabaciones secretas de la Princesa Diana

Salen a la luz las explosivas cintas en las que la princesa de Gales confiesa que intentó suicidarse, su trifulca con Camilla Parker-Bowles y cómo su esposo Carlos desató su bulimia al llamarla “rellenita”.

Publicación de la Revista Jet-Set

“Nosotros siempre teníamos discusiones por Camilla (la amante de su entonces prometido Carlos). Una vez, lo oí diciendo: ‘pase lo que pase, yo siempre te amaré’. Después, le conté que lo había escuchado y tuvimos una pelea obscena. Un empleado de su oficina me dijo que Carlos le había mandado a hacer (a Camilla) un brazalete, que ella aún usaba. Otra vez, fui al puesto de este hombre y vi un paquete: ‘¿qué es esto?’, le pregunté. ‘Usted no debería verlo’, me respondió. ‘Pues lo voy a ver’, repliqué. Lo abrí y había un brazalete. ‘Oh, ya sé para dónde va esto’. Me sentía devastada. Eso fue como dos semanas antes de mi boda”.

Así narra Diana, de viva voz, cómo lo que debió ser un cuento de hadas en el que ella era la princesa conquistada por el príncipe más famoso del mundo, fue una pesadilla sin fin. “Él (Carlos) había encontrado a la virgen, al cordero sacrificial y, de cierta manera, estaba obsesionado conmigo. Pero siempre era frío y calor, frío y calor. Nunca sabías de qué humor iba a estar”, se queja Diana de Carlos.

Los días entre el compromiso y la boda fueron los más terribles y le dejaron la bulimia que la afectó por diez años. Un día, recordó, “Carlos me puso la mano en la cintura y me dijo: ‘Estás un poco rellenita aquí, ¿no?’, y eso disparó algo en mí”. Entonces, empezó a comer y vomitar en exceso, porque ello la aliviaba del sentimiento de aislamiento que sintió al integrarse a la familia real, a la que describe tan fría como sus palacios, cuya energía negativa la enfermaba aún más. “La primera vez que me midieron para mi vestido de novia tenía 73 centímetros de cintura. El día que me casé estaba en 59. Me había reducido a nada de febrero a marzo”, recordó la princesa de Gales, quien cumple dos décadas de muerta en agosto.

En 1991, cuando toda la espiral de decepción, trastornos mentales habían aplastado por completo su matrimonio, Diana acordó colaborar en secreto con el escritor Andrew Morton, en una biografía que le develara su verdad al mundo, que aún no creía del todo los insistentes rumores de que la unión era una catástrofe.

Una versión mejorada de la obra, Diana: Su verdadera historia, se publica por estos días y con ese motivo el Daily Mail, de Londres, tuvo acceso a las grabaciones, en las que relata que estuvo a punto de arrepentirse del casamiento, pero su hermana Jane le contestó: “Mala suerte, es muy tarde”. Era la víspera de la boda y tuvo un ataque de bulimia, pero llegó a la ceremonia serena, aunque nunca olvidó lo exhaustos que estaban ambos por todo el ajetreo físico y mental que habían tenido. Los preparativos fueron tan estresantes, que Diana se peleó con su mamá, Frances Shand Kydd, y no le habló por más de tres años.

La boda de miel fue más bien de hiel. Balmoral, el castillo real en Escocia, le pareció horrible y se escapaba cada rato a Londres para tomar aire. Luego vino la travesía en el Britannia, el yate real. “Las cenas eran de corbata negra y a ellas asistían oficiales prominentes. Mientras todos comían, una banda de la Royal Marine tocaba en un salón adjunto”.

“Para ese momento, la bulimia era devastadora, absolutamente devastadora”, explica la princesa, pues vomitaba cuatro veces al día y tenía cambios de humor repentinos todo el tiempo. Carlos la puso en tratamiento con cuanto especialista, pero no la ayudaba mucho con su actitud. “Vivía para hacerle la reverencia a su madre y le tenía miedo a su padre (Felipe de Edimburgo), así que yo era siempre la tercera persona en el salón. No hay problema, pensaba yo, pero creía que una esposa siempre estaba primero. Me sentía tan deprimida que traté de cortarme las muñecas con unas cuchillas de afeitar”, admitió Diana. Los médicos le recetaron Valium, un calmante, pero eso tampoco la mejoró mucho.

Camilla Parker-Bowles, casada con Andrew Parker-Bowles, había sido la amante de Carlos desde los años setenta. Ni siquiera el compromiso matrimonial los disuadió de su relación adúltera, sino que el príncipe siguió con el doble juego. “A él no le importaba nada, había tomado su decisión”, cuenta la princesa. Así, compró una casa cerca de los Parker-Bowles, a quienes frecuentaban, y los veían a menudo en citas sociales porque hacían parte del círculo de amigos del heredero del trono. ”Yo estaba obsesionada con Camilla, no confiaba en él e imaginaba que la llamaba cada cinco minutos para preguntarle cómo lidiar con nuestro matrimonio”. Luego de varios encuentros, Diana cuenta que Parker-Bowles empezó a indicarle cómo tratar a Carlos, como si lo conociera mejor que ella.

En las grabaciones Lady Di, también se queja de que Carlos la regañó por desmayarse una vez en público y por ponerse un vestido negro para una fiesta, un color que la familia real solo usa en duelo. “Pero yo aún no pertenezco a tu familia”, le respondió. Así mismo, revela qué la ayudó a sobrellevar la situación: “Estaba siendo puesta en medio del fuego. Pero tengo que decir que mi crianza me hizo capaz de lidiar con esto. A mí no me escogieron, como en (la cinta) Mi bella dama, y me pusieron allí de buenas a primeras. Yo sabía cómo reaccionar. Yo tenía un muy buen estilo de vida. Residía en una casa enorme, tenía mi propio dinero. Entonces, tampoco era que yo estuviera llegando a algo totalmente distinto a lo que había visto”, expresó la hija del conde Spencer, recordando sus orígenes aristócratas.

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