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Ucrania trata de resistir en el Donbás mientras Putin le da otro ultimátum e insiste en que la guerra “continuará”

“Esta operación continuará. La próxima fase de la misma está empezando ahora”. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, resumió este martes las intenciones de Rusia en Ucrania: la guerra está bastante lejos de terminarse, y el régimen de Vladimir Putin confirmó que la ofensiva sobre el Donbás, que ahora centrará casi todos sus ataques, ha comenzado. En el otro lado, Ucrania trata de resistir y envía al este del país a sus mejores hombres mientras pide más mano dura a Occidente para frenar los movimientos del Kremlin.

Rusia quiere la rendición de Ucrania y ha dado ya dos ultimátum, pero se encuentra con una negativa rotunda. El paradigma tanto del horror provocado por Moscú como de la tenacidad ucraniana es la ciudad de Mariúpol. El Ejército ruso pidió a las fuerzas ucranianas que claudiquen para que, de esa forma, cesen los bombardeos, teniendo en cuenta también que la urbe ya ha sido reducida a cenizas y en ella solo quedan unas 100.000 personas que se han negado a salir para “hacer frente al invasor”. Mariúpol es precisamente un punto clave en el Donbás y las tropas de Putin habrían comenzado a usar en su ofensiva sobre este lugar las mortales bombas antibúker, con el objetivo de penetrar en el hormigón de los refugios donde tratan de protegerse muchos de los civiles.

A medida que la invasión de Ucrania se le ha ido complicando a Rusia por la feroz resistencia del Ejército de Volodímir Zelenski, también ha ido cambiando el relato de Putin. El Donbás, centro de las hostilidades no solo ahora, sino también desde el 2014, vuelve a ser la meta principal para Moscú. “La operación en el este de Ucrania está destinada, como se anunció desde el principio, a la liberación de las repúblicas de Donetsk y Lugansk”, sostuvo el propio Lavrov. Pero las tropas ucranianas ha respondido y lograron recuperar este martes la ciudad de Marianka, ubicada a las afueras de Donetsk, según los mandos del Ejército de Kiev.

Así, el Kremlin culpa a Occidente de lo que está pasando. El ministro aseguró que la guerra “está arraigada en el deseo de Estados Unidos y Occidente de liderar el mundo” frente a los planes que tiene Rusia. “Quieren mostrar al mundo que no habrá multipolaridad y crearon una plataforma de lanzamiento contra nosotros en nuestra frontera” y por eso, sentencia, “están enviando armas a Ucrania”. Precisamente Kiev quiere mayor apoyo por parte de los aliados: armas, munición y más sanciones.

En este sentido, la Comisión Europea ha explicado este martes que ya trabaja en el embargo a las importaciones de petróleo ruso como parte del sexto paquete de sanciones de la UE contra Rusia y en respuesta a los nuevos movimientos de Moscú. Ya en la quinta lista de medidas los 27 incluyeron el embargo al carbón, aunque no de manera inmediata, y la ‘madre’ de todas las sanciones será el bloqueo al gas ruso, algo que “tendrá que abordarse tarde o temprano”, según las palabras del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Por lo pronto, Estados Unidos y aliados como Países Bajos o Finlandia han anunciado nuevos envíos de armas a Ucrania y los socios de la OTAN y de la UE han acordado coordinarse para dar más apoyo al Gobierno de Zelenski y ampliar esas sanciones. Washington, de hecho, confirmó que ya ha facilitado “aviones de combate” a Kiev.

En el frente bélico, Rusia contabilizó tres heridos en un ataque ejecutado por el Ejército ucraniano contra Belgorod, situada cerca de la frontera entre ambos países. Según las autoridades de Moscú se produjeron daños en un bloque de treinta viviendas. Frente a esto, Ucrania denunció que seguirán sin abrirse corredores humanitarios por tercer día consecutivo, mientras el flujo de refugiados parece haberse frenado en las últimas jornadas de conflicto. En cambio, Rusia sí ha anunciado vías seguras para evacuar a gente precisamente desde lugares como Mariúpol. Por ahora Kiev cifra en cerca de 300.000 los civiles han logrado ser evacuados a través de corredores humanitarios desde el inicio de la guerra.

China, del lado de Moscú
Rusia, con todo, tiene cada vez más enemigos y muy pocos amigos. Estos se pueden contar con los dedos de una mano y entre ellos destaca sobre todo China. Pekín insiste en que “fortalecerá” su “coordinación estratégica” con Rusia sin importar “la situación internacional”, con la vista puesta en “salvaguardar los intereses comunes de ambas partes”. Es decir, para el gigante asiático la guerra no supone ningún cambio de paradigma. Por lo pronto, en el primer trimestre de este año el volumen de comercio bilateral entre China y Rusia alcanzó más de 35.400 millones de euros, un aumento de casi el 30% respecto a 2021. China busca, en el nuevo escenario internacional, seguir compitiendo sobre todo con Estados Unidos por una hegemonía mundial que ahora está casi más en competición que nunca. Además, Moscú anunció este martes la expulsión de diplomáticos de Países Bajos, Bélgica y Austria en respuesta a medidas similares por parte de estos países.

En esa correlación de fuerzas la vía diplomática lleva días siendo completamente inexistente, lo que aumenta el riesgo de que el conflicto se cronifique. Ha pasado más de una mes desde la última reunión de ministros de Exteriores ucraniano y ruso en Turquía, y desde el conato de acuerdo que se filtró en aquellos días apenas ha habido avances, y desde luego ninguno palpable sobre el terreno. Ankara sigue insistiendo en la necesidad de retomar las conversaciones, pero Kiev mantiene que si la ofensiva rusa sobre Mariúpol avanza no se sentarán en la mesa. Por su parte, Moscú acusa al Gobierno ucraniano de no negociar de buena fe.

La guerra, además, también tiene consecuencias económicas. El Fondo Monetario Internacional ha cifrado en 121.333 millones de euros la exposición total de la banca internacional a Rusia y Ucrania, de cuya cifra la gran mayoría corresponde a bancos de la zona euro. Este golpe ha obligado de hecho al FMI a rebajar sus previsiones de crecimiento de los países para este año, pero no cree que la repercusión vaya a ser dramática a medio y largo plazo. “Las repercusiones de la guerra siguen reverberando globalmente y pondrán a prueba la resiliencia del sistema financieros través de varios canales, incluyendo exposiciones directas e indirectas de bancos, intermediarios financieros no bancarios y empresas”, recalca el organismo.

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