Veinte lugares para ser feliz junto al mar
Miradores, playas, senderos, ‘spas’, faros, museos y restaurantes en la costa española para celebrar el Día Internacional de la Felicidad y el inicio de la primavera este 20 de marzo.
El día 20 de marzo, coincidiendo con el inicio de la primavera (que comienza oficialmente a las 17.15 hora peninsular), Naciones Unidas invita a celebrar también el Día Internacional de la Felicidad. Y con la llegada del buen tiempo, qué mejor que buscar esa felicidad en algún punto a lo largo de los 8.000 kilómetros de litoral español. Faros, spas, hoteles junto al mar, rías, chiringuitos y atardeceres tientan con su poder terapéutico y las playas se convierten en divanes del hedonismo colectivo. Estrenamos la temporada de costa con una gran sonrisa.
1. Escapada romántica La Vila Joiosa (Alicante)
Este 18 de junio se cumple el 50º aniversario de la inauguración del hotel Montiboli. Sus cinco estrellas de aire moruno tienen la virtud del emplazamiento en un sector acantilado recóndito; y su apogeo, en las habitaciones Románticas (doble superior o júnior suite), dotadas con bañera de hidromasaje; algunas con jacuzzi en la terraza. Toda una descarga de endorfinas para contemplar desde la cama el azul relumbrante. La gastronomía está en manos de Jean Marc Sanz. Respecto a las playas que se acuestan a su arrimo, La Caleta es textil mientras que, separada por un puntal rocoso, L’Esparrelló conserva su índole naturista y es accesible por una escalerilla.
2. Un gran faro Hondarribia/Fuenterrabía (Gipuzkoa)
Tan solo hay que aparcar frente a la fachada rectangular del faro de Higer, en Hondarribia, para regalarse con este pequeño rascacielos, de sección cuadrangular primero y octogonal después, que toma el aire de un alminar neoclásico. Sentados en el coche podremos esperar el instante decisivo: el encendido de la linterna. Cerca se esconde la cala de los Frailes, de connotaciones naturistas. El merendero La Cabaña suma asíduos con sus sardinas asadas.
Un sorbete de verduras en La Ibense de Salou y ‘caldeirada’ de pescado en el coruñés restaurante As Garzas
3. Helados sublimes Salou (Tarragona)
Tomarse un helado en La Ibense Gourmet de Salou (en la calle de Valencia, 14) se ha revelado como un rito obligado en la Costa Dorada. Tras degustar su leche merengada o su crema tostada con nueces pecán caramelizadas, uno entiende súbitamente la reputación de las cinco generaciones Vilaplana. Raquel es la estrella detrás de los sabores, lleva creados cerca de 300. Para este 2018 ha ideado sorbetes de verduras, acentuando lo vegano y lo orgánico. Cada semana hay novedades y acepta encargos de un día para otro (mínimo un litro). Hay maridajes dulces y salados, con vino o cava.
4. Bicicletas acuáticas A Illa de Arousa (Pontevedra)
El velocípedo náutico, que inventó Ramón Barea en 1893 y que fue mostrado con éxito en la Exposición Universal de París de 1900, parece diseñado para el Atlántico plano y dócil de la ría de Arousa prefigurando los modernos hidropatines, ejemplo de movilidad sostenible. La empresa Piragüilla incluyó una versión moderna de esta bicicleta acuática en sus actividades. Los marineros no daban crédito, al tiempo que se detenía el tráfico para fotografiar el invento. La serenidad embarga al ciclomarinero, acentuada por el hecho de no contaminar, sea en las playas paradisiacas de la Illa, sea entre la diversidad de barcos de batea, incluso rumbo al islote Areoso.
5. Masaje ayurvédico Marbella (Málaga)
“Date un capricho”. “Siente un abrazo”. “Mejora tus selfies”. “Hoy estás radiante”. Son mantras que sugieren bienestar físico y psíquico en la estupenda playa marbellí de Real de Zaragoza. Aquí el Beach Club Estrella del Mar, ajeno al acogotamiento urbanístico, invita a un circuito termal sobre la piscina infinita generando una sensación marina en la que no faltan los chorros de agua y el jacuzzi, la poza fría y el dispositivo sumergible con el que escuchar a Chopin. Para agitar el prana (la energía vital), la tradición ayurvédica postula el masaje abhyanga, uno de los más completos del spa. La mente y el cuerpo se ponen a punto lo mismo en la sala fitness que en el restaurante de km 0, al que se suma el hotel de cinco estrellas. En estas fechas, el sol se esconde junto al peñón gibraltareño.
6. Pescador por un día Peñíscola (Castellón)
Más allá del turismo a gran escala, Peñíscola se redescubre en su puerto pesquero. La subida al espigón después de comer permite apreciar el regreso de la flota de arrastre antes de que suene la sirena de las 16.00, que marca el comienzo de la subasta. Al espigón de gradas escalonadas se sube por escaleras de piedra. Más íntima resulta la propuesta de la empresa Trip & Feel: ver el amanecer en un barco pesquero, viendo faenar a marineros profesionales en medio del Mediterráneo. Una experiencia única a la que se añade la visita a la lonja y el aprendizaje de recetas marineras.
7. El genio de Renzo Piano Santander (Cantabria)
El flamante Centro Botín constituye en sí una obra de arte. La utilización creativa del espacio por un Renzo Piano generador de felicidad se evidenció primero en la manera en que acercó el Cantábrico a los santanderinos gracias al soterramiento de la carretera; también en la versatilidad y transparencia del edificio, favorecedoras del contacto visual con la bahía desde todas las salas. Por si fuera poco, el centro potencia la imaginación de cuantos lo recorren, sin contar la investigación de la Fundación Botín sobre artes, emociones y creatividad, en colaboración con la Universidad de Yale (EE UU). Las visitas tienen la vitola de experiencias por la búsqueda interactiva del público. Y el próximo 20 de marzo se inaugura la exposición Joan Miró: esculturas (1928-1982).
‘Acid jazz’ en el chiringuito Bonobo Beach en Motril, y lodoterapia en Lo Pagán, en la costa de Murcia
8. Fango revitalizante San Pedro del Pinatar (Murcia)
Hablamos de una de las mayores zonas de lodoterapia al aire libre de Europa. Puede que sea por su indicación para el reúma. O quizá para la artritis o la artrosis, el caso es que estos limos parecen ser mano de santo absorbiendo toxinas y reduciendo inflamaciones. En las cinco terrazas-solárium de la charca salinera de la pedanía de Lo Pagán conviven en perfecta armonía una mayoritaria presencia de agüistas de edad junto con jóvenes encantados del peeling gratuito. Todos frente a los vistosos flamencos y a las numerosas aves que disfrutan de este parque natural. El talasoterápico hotel Lodomar toma las aguas de las salinas.
9. Tejedora con encanto Níjar (Almería)
Inspirada en la novela de Jorge Amado, la Tienda de los Milagros sirve de taller a Isabel Soler, a la que veremos en su telar del barrio de artesanos tras rescatar el oficio de su abuela. En la maquinaria centenaria teje alfombritas y cojines y mantas a guisa de tapiz, usando tintes naturales extraídos de plantas nijareñas (excepto el índigo). La acompaña su marido, el alfarero escocés Matthew Weir, responsable de diseños en gres, porcelana y barro.
10. Colores intensos Carreras Holi Life
Quizá porque su referente es la fiesta hindú de la primavera —el festival Holi—, las carreras Holi Life tienen más de lúdicas que de competitivas. Lo suyo es divertirse cinco kilómetros impregnados de polvos de colores elaborados con harina de maíz y colorantes naturales. A cada participante se le entrega una bolsa de polvos, en tanto que un cañón rocía a los corredores cada kilómetro con una tonalidad diferente. La próxima carrera colorista tendrá lugar el 8 de abril en Badalona (Barcelona). Le seguirán Almería, Valencia y Vigo, entre otras.
Una sesión de yoga junto al mar en Ibiza y un vivificante paseo a los miradores de roca Palomera, en Blanes
11. Un jardín y a volar Somió (Gijón, Asturias)
“Si quieres ser feliz, hazte jardinero”. El proverbio chino se explicita en los jardines de la finca La Redonda, integrados en el Museo Evaristo Valle (1873-1951), pintor expresionista de fuerte carga humorística. Ha llegado el momento de apagar el móvil y tomar contacto con los colores, olores y las sensaciones que provocan el árbol de Júpiter o el ciprés de Lawson. El verde entorno se compone de 120 especies. Como un Eduardo Manostijeras a la gijonesa, Javier Álvarez da vida a la topiaria. Entre las esculturas vegetales llama la atención la Avioneta de Carlos Cuenllas, desde la que los niños se elevan con la imaginación. Para rematar, es buena idea dirigirse al museo para ver la exposición Valle y los maestros.
12. Olas y sabores Malpica de Bergantiños (A Coruña)
Del goce de sentarse en el restaurante As Garzas participan a partes iguales el paladar —haciendo bandera de la caldeirada de pescados— y la contemplación de la fuerza brutal del Atlántico golpeando la costa da Morte. Disfrutamos de una cocina con una estrella Michelin basada en materias primas de calidad cocinadas por la mano experta de Fernando Agrasar. El comedor sirve de reclamo por lo remoto del puerto de abrigo de Barizo. Hay dos menús degustación: para no pensar, 50 euros, y gastronómico, 68 euros (sin bebidas). Y quien quiera añadir el maridaje de vinos (entre 25 y 30 euros) puede aprovechar que el establecimiento cuenta también con cuatro habitaciones (reservar con antelación). El desayuno panorámico del día siguiente será también muy placentero.
13. En la cima de la torre Banyalbufar (Mallorca)
Desde esta torre de 1579 habría que mirar el Mediterráneo para amarlo. La torre del Verger se yergue en los acantilados de la sierra de Tramontana y concita una nube de coches a la hora en que se ve el sol rojo y el aura roja reflejándose toda en el mar. Los hay que suben a la terraza, pese al vértigo, para atisbar la isla Dragonera, lejana pero bien definida. La luz del atardecer ilumina los bancales con retícula de viñas. Ya metidos en carretera, tampoco es mala opción bajar al Port des Canonge.
14. Mejilloneras en el Mediterráneo Sant Carles de la Ràpita (Tarragona)
Sueño cumplido: degustar ostras y mejillones del delta del Ebro regados con cava en dos mejilloneras ancladas en la bahía de los Alfaques. Los grupos se gestionan desde la estación náutica, tanto si se visita la mejillonera L’Avi Agustí (comprar luego sus conservas de ostras al natural, en escabeche y ahumadas) como si el destino es Musclarium. Es la manera de garantizar la formación de grupos, siempre y cuando el tiempo acompañe. El traslado se cubre en golondrina o taxi acuático, pero también en velero, en barco sin patrón o en paddle surf, para los amigos de la aventura.
15. Yoga junto al mar Las Palmas de Gran Canaria
El yoga es exponente de diálogo y armonía con el mar. Esta meditación en movimiento goza en la playa de ambiente limpio y fresco, y pide un sobreesfuerzo muscular para encontrar el equilibrio sobre la arena. También ayuda en las posturas invertidas eliminando el miedo a las caídas. Power Yoga Canarias imparte cursos a las 9.15, tres días por semana, en la cala Chica de la playa de Las Canteras. Sin salir de esta playa urbana de tronío, Mojo Surf pone el foco en el paddle yoga, o sea, el yoga sobre tablas de surf.
16. Dunas y buen rollo Barbate (Cádiz)
Proteger los ecosistemas litorales permite disfrutar más de la vida: a ello incita el enarenado cabo de Trafalgar. Hay algo sublime y fascinante en la pista al faro (que se ve sepultada cada tanto), en parte por el viento de levante que todo lo oxigena y que repeina los montículos arenosos. Por estos médanos fluye también la vida tranquila de Los Caños de Meca, que traslada su personalidad al acogedor bar Las Dunas, con su chimenea, su lubina del cabo y su decoración rústica en madera labrada a tono con los artesanos de influjo hippy.
17. En busca de bienestar Ibiza
Ibiza es sinónimo no solo de ocio glamuroso, sino de belleza, salud y naturaleza. En la web Ibiza es Wellness podemos pinchar el mapa interactivo donde se sitúan, en perfecto balance costa-montaña, ideas sugerentes: ponernos en manos de Ibiza Retreats (para practicar yoga), Can Muson (una granja escuela) o Ibizaloe (una finca de aloe vera). Y en Esencia Viva, Laia Ribes recupera las virtudes terapéuticas y gastronómicas de las hierbas autóctonas.
18. El farallón amoroso Blanes (Girona)
La parada en la localidad gerundense de Blanes se justifica por la roca Palomera y su istmo. Una vez atravesada la escultórica puerta de la Costa Brava tomamos el tramo de escaleras que conduce al mirador de poniente, atiborrado de candados de amor. Nada más agradable que negociar las escaleras que comunican con el mirador de levante: este regala una panorámica de la bahía blanense en la que se apoya la imagen del castillo de San Juan. Antes o después de la subida, los arroces de Sa Malica son una propuesta excelente.
19. Sol de aguacate Motril (Granada)
Playa Granada atrae como anchuroso arenal de gravilla oscura y piedrecillas que es, con chiringuitos fijados con holgura y sin problemas de aparcamiento. Casi nada. Bonobo Beach (654 50 57 86) es el chiringuito más bohemio, de madera y cañavera, respaldado por la línea de palmeras que resta protagonismo al campo de golf. Para competir con el vecino (y recomendable) restaurante Los Moriscos, la terraza bajo pérgola del Bonobo ofrece en su carta aguacates bio y hummus que armonizan con conservas de calidad regadas con spritz (bebida de vino con agua gaseosa). No faltan los domingos por la tarde las actuaciones de acid jazz.
20. La voz del almuédano Melilla
En Melilla, durante el mes del Ramadán (en 2018 desde mediados de mayo), de día se puede tomar el té moruno con hierbabuena en solitario. Al atardecer, la magia impregna los baluartes. Unos metros más y el torreón de las Cabras, que mira al monte Gurugú, invita a escuchar la salmodia de ruptura del ayuno por boca del almuédano.
Texto y foto de EL PAÍS de Madrid, España.