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El idioma español avanza en los EE.UU. pese a Trump y a los ultranacionalistas

El lugar es como viajar a otro continente, en un segundo, sin escalas. Ya el cartel del supermercado Megamart de Rockville, Maryland, en las afueras de Washington DC, advierte que se venden “Verduras, frutas, mariscos frescos” y que “se los llevamos a la puerta de su casa, gratis”. Todo en español, a pesar de estar en el corazón de EE.UU. En el estacionamiento se ve una camioneta de la Radio AM 700 llamada “La jefa”, que tiene dibujada una sugestiva morocha con un sombrero de cowboy, látigo en mano, sobre una leyenda que advierte que es “la única líder”. En unos caños de luz está atado un pasacalle que promociona la milenaria acupuntura, en una “Clínica de medicina natural”.

Es sábado al mediodía pero adentro del súper un DJ en vivo toca música de Maná, algunos reggaetones, melodías mexicanas y salsa, en un combo variopinto que agrada a los clientes que desfilan a buen ritmo entre carteles que promocionan “melones”, “manzanas”, “arepas” y “chorizos”. El hit del momento es el famoso “Despacito”, la canción que batió todos los récords en este país y que hizo que el “Golden boy” Justin Bieber se atreviera a balbucear la lengua de Cervantes. El techo está colmado de guirnaldas coloridas, los clientes circulan entre góndolas que lucen lejos del orden que se acostumbra ver en un súper “gringo”. Hay pilas de paquetes de “frijoles salvadoreños” y la gente hace cola en la “carnicería”.

Con una población de 323 millones de personas, EE.UU. supera los 50 millones de hispanoparlantes y es el país donde más se habla español en el mundo (España tiene 46 millones de habitantes). El idioma se ve en los carteles y se escucha aquí en Washington, en Maryland, en Virginia y en mayor o menor medida en todo el país. Pero su uso se dispara en el sur, en la frontera con México y en California. Las cadenas de teve como Univisión o Telemundo compiten en audiencia a las grandes estadounidenses. El español resiste y avanza en los Estados Unidos, a pesar de las medidas que ha tomado el gobierno de Donald Trump en contra de la inmigración latina y a favor de la promoción del “English only”, el movimiento que busca instaurar al inglés como idioma oficial del país.

El contexto se ha vuelto hostil para los hispanos y el español. No solo Trump ganó con un discurso a favor de construir un muro en la frontera, sino que durante las primarias aconsejaba a su rival Jeb Bush –casado con una mexicana– que le enseñara hablar inglés a su esposa “porque es el idioma estadounidense”. En los últimos tiempos, más de 20 estados han promulgado leyes para que el inglés sea considerado el idioma oficial. Además, proponene que para obtener la residencia se incluya un exámen de ingles. Estas políticas agradan a los electores de Trump que ven a los inmigrantes como una amenaza a la identidad de EE.UU. y a su estabilidad laboral.

Pero los hispanos y el español resisten los embates. Itzelt Gómez, de 34 años, vino de México hace dos. Está en el súper promocionando un queso fresco salvadoreño. “No nos ocultamos, hablamos nuestra lengua, a pesar de que Trump no nos quiera”, dice a esta corresponsal. Carlos Contreras, también mexicano, compra tortillas mientras habla en español con su mujer y su hija. “No se puede nadar contra la corriente –dice— Ya se puede escuchar el idioma por todos lados y esto va a seguir, aunque no le guste al presidente”.

Consultado por Clarín, Mario Carrillo, portavoz de la organización de inmigrantes America´s Voice dijo que “desde que asumió Trump hemos visto crecer los videos en internet de personas que estaban hablando públicamente en español y son atacadas por partidarios del presidente”. Pero señala que “poder seguir ejerciendo el idioma de nuestros padres y nuestras familias es un arma poderosa y también una manera de resistir contra una administración antilatina y antiinmigrante”, señaló.

Phillip Carter, profesor de lingüística de la Florida International University, dijo a Clarín que “en la época de los padres fundadores que escribieron la Constitución estadounidense no nombraron un idioma oficial. O sea, el inglés nunca ha sido el idioma oficial a nivel constitucional de este país y esto fue adrede. Porque descubrieron que una de las libertades que buscaba EE.UU. era el hablar el idioma que uno eligiera. Entonces, el hecho de que haya más hispanoparlantes en 25 o 50 años no significa ningún tipo de amenaza a la identidad estadounidense. Esta batalla que estamos viendo ahora entre la comunidad hispano parlante y estos movimientos, no es nada nuevo. Pero por más alto que griten nunca pudieron ganar. A lo largo de todos estos años el inglés nunca fue nombrado como idioma oficial”.

Para Carter, “muchas personas en este país se han dado cuenta que hablar español es un acto político. En realidad, siempre lo ha sido pero la diferencia es que ahora hay una toma de conciencia. Por lo tanto, la conversación que Trump está generando es un factor muy importante en la supervivencia de la lengua. Ahora estamos viendo cosas que yo como profesor de este tema nunca he visto como publicidades o anuncios en televisión donde una madre se pregunta: “¿Por qué no puedo hablar español con mis hijos en público?”. Es decir, hoy existe una política en contra de lo que plantea Trump.” En el supermercado latino, Mayra Membrena, salvadoreña con 13 años en suelo estadounidense, embarazada de su segundo hijo, cuenta que ha aprendido muy poco el idioma del país. Su hijo es estadounidense y ella habla español con él, pero él a veces le contesta en inglés. “Nosotros no queremos que ellos pierdan el idioma, es un orgullo. El presidente nos preocupa, pero no le tenemos miedo: nosotros sabemos que Dios es más grande que Trump”.

Texto y foto de  Diario de Argentina.

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