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El plan de medidas que Trump ya tiene listo para el 2017

Escrito de SERGIO GÓMEZ MASERI Corresponsal de EL TIEMPO Washington.   Publicado en eltiempo.com

Podría desmontar las órdenes para ayudar a los inmigrantes y archivar el Acuerdo Transpacífico.

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Hace más de 30 años, Mario Cuomo, exgobernador de Nueva York, recordó en 1985 en una frase lo que sucede en la política de EE. UU.: “La campaña se hace en verso, pero se gobierna en prosa”, al tratar de explicar cómo a menudo las promesas en una contienda se transforman en otra cosa una vez se llega al poder.

Y eso precisamente es lo que el mundo se pregunta luego de la sorprendente victoria de Donald Trump, que le garantiza al menos cuatro años en el cargo más importante del planeta.

(Vea nuestro especial multimedia sobre las elecciones de Estados Unidos 2016)

Una pregunta que raya en la preocupación dadas las posiciones extremas que defendió el republicano durante su recorrido hacia la Casa Blanca. Entre ellas, construir un muro en la frontera con México, expulsar a los indocumentados, entrar en una guerra comercial con China, retirarse de la Otán, vender armas nucleares a Corea del Sur y Japón, dar marcha atrás al restablecimiento de relaciones con Cuba o romper de tajo los acuerdos comerciales que su país ha firmado, entre ellos con Colombia.

A juzgar por sus primeras palabras, el Trump candidato ha comenzado a ponerse el uniforme de comandante en jefe.

“Ha llegado la hora de sanar las heridas de la división”, fueron sus primeras palabras tras concretar su victoria. (La ‘tormenta perfecta’ que elevó al magnate a presidente de EE.UU.)

Aunque Trump, como cualquiera, enfrentará los obstáculos naturales de la realpolitik, ha puesto sobre el tapete temas que intentará mover durante su primer año de gobierno y que desatarán una gran controversia.

Fuentes cercanas a su campaña sostienen que el magnate trabaja desde hace meses con un equipo de transición encabezado por el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el senador Jeff Sessions.

Ese equipo piensa presentarle a Trump un paquete de medidas para sus primeros 100 días en la Casa Blanca, que arrancan a finales de enero, donde hay una serie de acciones ejecutivas que no requieren la autorización del Congreso, y las propuestas para avanzar en el Legislativo durante el primer año, cuando tendría mayor gobernabilidad dado el resultado electoral y las mayorías republicanas en Cámara y Senado.

Qué contienen exactamente no es claro. Pero a juzgar por su promesas no hay duda de que las primeras estarían relacionadas con los temas migratorio y comercial.

La más fácil de todas será remover las órdenes ejecutivas que firmó el presidente Barack Obama en la que ofrecía un camino a la legalidad para millones de indocumentados.

Asimismo, es probable que archive de inmediato el Acuerdo para el Transpacífico, un pacto comercial que negoció Obama con países con costas en el Pacífico y del cual Colombia quería hacer parte.

De acuerdo con Roger Noriega, exsubsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental durante la administración de George W. Bush, las elecciones demostraron que no hay ambiente ni entre demócratas ni republicanos para avanzar con nuevos acuerdos comerciales.

Para Noriega, la promesa de renegociar tratados como el Nafta es mucho más complicada, pues si Trump los desacata sería demandado de inmediato y para anularlos tendría que contar con una votación muy alta en el Congreso.

Igualmente, como demostró la fuerte caída del peso mexicano con el solo anuncio de su triunfo, a Trump no le conviene que a México le vaya mal, pues eso tendría un impacto económico en EE. UU. Aún así algo drástico tendrá que hacer, pues la oposición al libre comercio fue probablemente lo que más pesó en el grupo de estados que lo llevaron a la Casa Blanca. (De empresario a Presidente de Estados Unidos: la vida de Trump, en imágenes)

“Trump y las mayorías en el Congreso tienen que entender que hay muchas tensiones surgiendo del tránsito de una economía industrial hacia una digital y que la rabia por la falta de oportunidades se ha venido acumulando. Si no encuentran una solución, el estallido podría ser mucho más aterrador y destructivo de lo que vimos este martes”, sostiene Darrel West, del Brookings Institution.

Otra de las órdenes ejecutivas es una que elevará el estándar para el ingreso de personas provenientes de países con presencia terrorista.

En el caso de Cuba también es probable que reverse algunas de las medidas tomadas por Obama para aliviar el embargo, pero nadie cree que romperá relaciones con La Habana, pues una clara mayoría del público, entre ellos varios senadores republicanos, lo apoyan. (Además: Brexit, plebiscito y Trump, las votaciones que sorprendieron al mundo)

A mediano plazo sus tres grandes ejes serán la construcción del muro, la selección del reemplazo del juez Antonin Scalia en la Corte Suprema de Justicia y poner fin a la reforma a la salud que se aprobó en el gobierno de Obama y que ha sido fuente de tensión entre ambos partidos.

Los republicanos llevan años intentando desmontarla, pero ahora podrán hacerlo con Trump en la presidencia. El problema para Trump, y eso será una primera prueba de fuego, es que dejaría sin seguro a unos 20 millones de personas que se han beneficiado con el Obamacare.

El muro tampoco será fácil. Un costo estimado de 25.000 millones de dólares se le sumaría al profundo déficit que el millonario ha prometido reducir. Lo mismo sucede con su idea de deportar a los 11 millones de ilegales, que hacia el final de la campaña convirtió en deportar solo a los criminales. Pero lo más probable es que intente sacar adelante una reforma migratoria con énfasis en seguridad fronteriza.

El nombramiento del juez en la Corte Suprema de Justicia será probablemente su primer triunfo pero también su primera batalla a muerte con los demócratas. Dadas las leyes del Senado, pese a no contar con la mayoría, los demócratas podrían hacerle la vida imposible a Trump, pues la única manera de sobrepasar una oposición es reuniendo 60 votos, que hoy no tiene.

Mirando hacia afuera, el panorama es más impredecible. Trump ha dado a entender que favorece una política de “gran garrote”. Y suena mucho para el cargo de secretario de Estado Jeff Sessions, que lleva años en el Comité de Relaciones Exteriores, donde se ha caracterizado por sus posiciones de mano dura frente a Venezuela y Cuba. Al mismo tiempo las ideas de Trump apuntan a reducir la huella de EE. UU. en el exterior. Y no es claro cómo piensa articular ambos conceptos. Antes había anunciado que rompería el pacto nuclear con Irán, algo que le gustaría a Israel.

“La gran pregunta que hay es si bajo Trump EE. UU. será un aliado confiable con el que se podrá contar o dará la espalda al mundo. Si lo hace, entonces sus aliados europeos, en Oriente Próximo y en Asia tendrán que reconsiderar cómo protegerse de las amenazas externas”, decía en el New York Times Kunihiko Miyake, un exdiplomático japonés que es profesor en la Universidad de Kioto. Y eso podría, por ejemplo, desatar una carrera nuclear impredecible.

Pero el poder de Trump tendrá sus límites. El primero está en esa otra mitad de estadounidenses que votó en su contra (y que serían mayoría). Además existe resistencia dentro de su propio partido, pues la agenda del magnate no concuerda con la de un establecimiento, que seguirá controlando algunos hilos en el Congreso.

Y eso implicará un freno a sus ambiciones, como sucedió con Obama cuando llegó al poder en el 2008 con ambas cámaras del Congreso y poco pudo hacer. No hay duda de que con Trump EE. UU. dará un giro hacia la derecha y el aislacionismo. Lo que no se sabe es si será un salto al vacío o algo gradual. (Las frases más polémicas de Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos).

 

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