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La excesiva higiene, un posible detonante que dispara los casos de leucemia infantil

La palabra cáncer genera miedo, confusión e incertidumbre. Más aún si la enfermedad afecta a un niño que apenas sabe contar su edad con los dedos de una mano.

Pero lo cierto es que los tumores, tradicionalmente relacionados con el envejecimiento, también pueden aparecer en los más pequeños. El cáncer infantil se origina por culpa de múltiples factores, muchas veces desconocidos. De entre todos los tumores, las leucemias son las más frecuentes copando un 30% de los casos, según la Asociación Americana del Cáncer. La mayor incidencia corresponde a la leucemia linfoblástica aguda (LLA), una enfermedad que en algunos casos podría ser prevenible en el futuro.

Así lo afirma un reciente trabajo publicado en la revista Nature Reviews Cancer. El artículo, elaborado por el prestigioso investigador Mel Greaves, catedrático en el Institute of Cancer Research de Reino Unido, recopila la evidencia científica disponible hasta la fecha sobre las posibles causas de la leucemia linfoblástica aguda. Su estudio no aporta ningún resultado novedoso —e incluso Greaves admite que la teoría que postula tiene más de un siglo—, pero ha despertado la atención mediática al defender que la LLA podría ser un cáncer prevenible.

Distribución (%) de los tumores infantiles en España (2000-2011)
Distribución por grupo diagnóstico de los tumores infantiles en España (0-14 años) entre 2000 y 2011, según los datos del Registro Español de Tumores Infantiles (RETI), de la Universitat de València y la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas (SEHOP).

Leucemias
30
SNC
21,5
Linfomas
12,9
SNS
8,8
STB
6,3
Óseos
5,5
Renales
4,9
Células germinales
3,5
Retinoblastomas
3
Melanomas y epiteliales
2,1
Hepáticos
1,4
Otros y no especificados
0,1

Dos ‘gatillos’ para disparar el cáncer infantil
El científico británico defiende que su propuesta podría resolver “una controversia de cien años sobre qué causa la leucemia infantil”. Su trabajo se centra en la leucemia linfoblástica aguda y, en particular, en aquellos casos donde aparecen lesiones cromosómicas en los fetos durante el embarazo. Durante la gestación pueden desarrollarse translocaciones, un cambio en el genoma que consiste en que una parte del material genético de un cromosoma se va a otro diferente, situándose así en un sitio que no debe, lo que facilita la generación de errores en el ADN y la proliferación de las células afectadas.

Este cambio hace que los llamados precursores linfoides, que posteriormente darán lugar a los glóbulos blancos, sean inestables. En otras palabras, si el desarrollo de un cáncer pudiera compararse con disparar una bala con una pistola, esta variación habría provocado que se apretase el primer gatillo del arma, un requisito que aumenta el riesgo de leucemia pero que no consigue por sí solo la descarga del proyectil. Para que la leucemia linfoblástica aguda infantil aparezca es necesario que el niño, una vez que haya nacido, sufra una nueva lesión genética, es decir, un evento secundario ya fuera del útero de la madre. De ocurrir, la bala del cáncer saldría disparada ya que se habría accionado el segundo gatillo del arma, el detonante sine qua non este tipo de tumores no aparecería.

Texto tomado de hipertextual.com

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