La historia del audaz piloto que aterrizó en la Plaza Roja de Moscú en plena Guerra Fría
Publicación, textos y foto de Mundo
El doctor Robin Stott carga un video en la computadora de su estudio, ubicado en Greenwich, al sureste de Londres. Es una película transferida de una vieja cinta de VHS, con los colores tenues característicos de las grabaciones antiguas.
Su contenido es uno de los más curiosos episodios de ese período histórico que conocemos como la Guerra Fría.
Stott grbabó el video el 28 de mayo de 1987, durante la primavera en Moscú, entonces la ciudad más grande del imperio soviético.
No era fácil en ese entonces que un turista occidental viajara a la capital soviética, pero Stott estaba bien contectado. Tenía un amigo que era activista por la paz y médico personal del líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov.
Stott se encontraba en Moscú participando en una conferencia que promovía el desarme nuclear.
“Esos eventos siempre son asuntos acalorados. Todo el mundo está peleando por algo”, comenta Stott.
Así que decidió “salir a tomar aire fresco”. Agarró su videocámara para dar un paseo alrededor del Kremlin y la Plaza Roja.
Y mientras enfocaba la impresionante arquitectura de la catedral de San Basilio, el micrófono de su cámara captó el zumbido de un avión volando bajo.
Minutos después, la filmación se reanuda, pero esta vez con la imagen de una avioneta monomotor, modelo Cessna, tomando pista en la propia Plaza Roja.
Rust escogió Moscú para crear un “puente de paz” entre Este y Oeste.
Se observa la avioneta rodeada por una multitud de curiosos.
El piloto -un joven, sorpresivamente calmado y confiado- sonríe a la multitud.
El Cessna Skyhawk, un avión tan seguro que se sigue fabricando casi idéntico 60 años después
Se llama Mathias Rust, y acababa de volar en solitario, traspasando una de las fronteras más protegidas del mundo.
Según algunos, la trascendencia de este evento fue tal, que ayudaría a acelerar el final de la propia Unión Soviética (URSS).
Gorbachov y Reagan
Para ese momento, Rust tenía 18 años y dos obsesiones: volar y la política.
Había tomado lecciones como piloto en una academia en Hamburgo, en la entonces Alemania Occidental, y acumulaba unas 50 horas de vuelo.
Europa se encontraba al borde de una crisis. Hacía más de 40 años que la URSS y los Aliados Occidentales habían tajado en dos el continente.
En Estados Unidos, el presidente Ronald Reagan, era un declarado enemigo del comunismo.
En la Unión Soviética, Gorbachov era el tercer premier en menos de 18 meses, y el más joven en asumir ese cargo.
Mijail Gorbachov: el gran disidente
A pesar de haber sido el primer líder soviético nacido después de la Revolución, era visto como un reformista moderado, lo cual generó optimismo en Occidente.
Había un temor real, porque si se producía un conflicto, teníamos la certeza que nosotros seríamos los primeros en ser bombardeados”
Mathias Rust
Se pensaba que este hombre de 59 años ayudaría a romper la tensión que se había generado en los últimos años.
Pero en la práctica, lograrlo estaba resultando difícil.
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Un “puente de paz”
En 1986, Reagan y Gorbachev acordaron un encuentro en Islandia, en un intento para lograr un pacto sobre la reducción de los respectivos arsenales de misiles nucleares de mediano alcance.
Sin embargo, las conversaciones fracasaron en el último minuto.
Ese impasse tuvo un importante efecto en Rust.
Era probable que Alemania Occidental quedara en medio de cualquier conflagración.
“Había un temor real, porque si se producía un conflicto, teníamos la certeza que nosotros seríamos los primeros en ser bombardeados”, comentó Rust a la revista Smithsonian Air and Space, en 2005.
Eso lo motivó a hacer algún tipo de pronunciamiento público.
Su idea fue construir un simbólico “puente de paz” entre el Este y el Oeste, utilizando un avión de la academia donde estudiaba.
El plan de vuelo
Obviamente, no podía volar hacia Alemania Oriental. Era la frontera más custodiada del mundo.
El territorio soviético era tan vasto, que algunos de sus aviones de combate debían ser del tamaño de bombarderos de la Seguna Guerra Mundial.
Sería derribado en cuestión de minutos si cruzaba el límite fronterizo.
En vez de eso, urdió un plan más ambicioso.
Volaría su Cessna 172 -un avión pequeño, de máquina muy confiable- desde Alemania Occidental por el mar del Norte, vía Shetland, y luego las islas Feroe.
De ahí llegaría a Islandia. La siguiente parada sería Helsinki, desde donde trataría de atravesar la frontera soviética por algún lugar.
Sabía que su vuelo sería visto como una amenaza, dado que el acceso a la mayor parte del territorio soviético estaba prohibido a extranjeros.
Para emprender vuelo Rust modificó el Cessna. Dos de los cuatro asientos fueron removidos, para poder cargar más combustible.
Decidió llevar pocas cosas consigo: una bolsa de dormir, un motor de aceite de repuesto, un salvavidas y un casco, en caso de realizar un aterrizaje forzoso.
Alquiló la nave por tres semanas, sin decirle a nadie lo que pretendía hacer.
Despegó el 13 de mayo, desde el aeródromo Uetersen, cerca de Hamburgo, y dos días más tarde aterrizó en Islandia.
Allí visitó Hofdi House, el edificio donde se habían reunido Reagan y Gorbachov.
“Me dio ánimo para continuar”, comentó.