Luis Delgado cuenta la angustia de su esposa en sus últimas horas
“Murió sonriente”, cuenta con voz trémula Luis Delgado. La imagen con la que despidió a su esposa al descanso eterno, contrasta con lo que ella padeció en su lucha para no irse de este mundo. Tatiana García y Luis Delgado estuvieron juntos durante 18 años. Este viernes a las 11:10 de la noche, falleció en Bucaramanga y enlutó al fútbol colombiano. La lucha de la santandereana, quien el pasado 31 de mayo celebró entre la agonía y el esfuerzo su cumpleaños número 35, conmovió a millones de personas desde el 2012, cuando se conoció que sufría por un cáncer de seno.
‘Tati’, como la llamaba ‘Lucho’, se marchó, “con la cara sonriente”. Seguramente, la iluminó la imagen de su esposo aquella noche del 16 de diciembre de 2012, en El Campín, cuando, con la cabeza rapada en homenaje a las mujeres con cáncer de mama, golpeó con fortaleza el cuero desde el punto penalti y lo ubicó cerca del palo más alto. Seguidamente, le atajó el cobro a un jugador del Medellín, levantó su mirada y sus dedos hacia el cielo, se abrazó con sus compañeros y celebraron la estrella 14 de Millonarios, luego de 24 años de ausencia de un título de Liga.
En los dolorosos, Luis Delgado sacó fuerzas de la adversidad, para hablar con AS. Ahora, debe continuar su andar; aspira a firmar un contrato con algún club, para velar por sus hijos, Franco y Matías (9 años), quien vivió junto a su padre la tragedia de las últimas semanas de Tatiana. “Ella era fuerte, una berraca. Perteneció a la selección Santander de patinaje, fue ciclista; una gran estudiante; profesional en comercio exterior y negocios internacionales, becada en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga”, la recuerda orgulloso el arquero, quien además de Millonarios, ha atajado en Alianza Petrolera, Bucaramanga, Real Santander, Real Cartagena, Cúcuta y Deportes Tolima.
¿Por qué tengo que sufrir tanto? “Ella estaba bastante recuperada desde el 2013. Salimos de Bogotá también en la búsqueda de que le ayudara el cambio de clima, porque el frío la estaba afectando. Con el pasar del tiempo, empezó a presentar recaídas en la espalda y en la cabeza. Las radiaciones la afectaron bastante y la adelgazaron; pero ella siempre estuvo hermosa y dispuesta. Mucha gente no creía lo que estaba padeciendo. Luego tuvo otra recaída en la cadera, con dolores insoportables. Además, los médicos la lastimaban mucho psicológicamente; ellos tratan de ser francos, pero no con las palabras adecuadas. Le decían que no tenía esperanzas. Posteriormente, tuvo otra recaída en los hombros, y finalmente, en el pulmón y en el hígado. Lloraba y decían que por qué tenía que sufrir tanto. A mí también se me agotaban las palabras, pero trataba de animarla”.
La etapa final: “Llevaba una semana de quimioterapias. Le salieron unas llagas en la boca y en la garganta. La llevamos a la clínica Comuneros en Bucaramanga, pero ellos no tenían convenios con el centro oncológico nacional; por ello, la remitieron a la clínica Bucaramanga, por intermedio de Coomeva. Llegamos a urgencias, y esperamos durante cerca de un día para que le dieran una habitación, hasta que le dieron una sin puertas, en una camilla pequeña. Eso también la afectó bastante. Coomeva le interrumpió las quimioterapias, me la cambió del centro oncológico en el que estuvo durante los últimos 2 años, y desde hace dos semanas se complicó. El viernes falleció en la clínica Bucaramanga. Debido a las llagas en la boca, estuvo una semana sin comer ni probar líquidos. No hablaba, solo se expresaba a través de señas o copiaba en un papel”.
Matías, el fruto de la unión entre Tatiana y Luis: “Él sabía que la mamita estaba mal. Siempre hemos sido muy creyentes. Le dije que ella estaba en un momento de mucho dolor, que le teníamos que pedir a Dios que se hiciera la voluntad de él. El jueves, en el cumpleaños de ella, lo llevé a la clínica, él la vio y se puso a llorar y le dijo que la amaba mucho; ella lo abrazó y eso nos animó mucho. El viernes lo mandé al colegio, y Tatiana decayó. Cuando llegó del colegio, le dije que teníamos que seguir orando y él se empezó a hacer a la idea y la empezó a recordar de muchas maneras. Cuando ella murió, yo estaba con él, durmiendo, cuando la madre de Tatiana me toca la puerta y me dice que falleció. Yo me levanto, me cambio para irme a la clínica, y veo a ‘Tati’ que se fue riéndose. Regresé al apartamento a las 2 de la mañana, el niño me dice que por qué estoy con esa ropa. Allí le digo que la mamita se nos fue. Él no me habló, solo se puso a llorar y a recordar”.
Activo en los entrenos, inactivo en competencias: “Estuve hasta julio del año anterior con el Tolima, luego, tuve algunas propuestas e inclusive arreglé para vincularme al América, pero todo se echó para atrás porque yo estaba en investigación y podía quedar suspendido. Me suspendieron por seis meses y se cumplió el 27 de abril, porque se encontró una sustancia llamada sibutramina, que no sé para qué sirve. Creo que no es un estimulante, y yo no necesito de eso, porque no venía jugando y soy un arquero. Estuve entrenando durante los últimos meses con el Real Santander, a partir de las 7 de la mañana. Antes, madrugaba para llevar al niño al colegio, a las 6 de la mañana. Luego, íbamos con Tatiana a la cafetería de un gimnasio que administrábamos”.
Se acaban los ahorros: “Tener trabajo es una ayuda importante, porque tenemos que alimentarnos, adquirimos compromisos y necesitamos mantener un hogar. Por fortuna tengo un ‘techo’, donde vivíamos con ‘Tati’. Y los ahorros del fútbol, se han ido con el tratamiento de mi esposa y los gastos. Los futbolistas tenemos muchos privilegios, pero cuando eso se acaba, nos damos cuenta de la realidad y a mí me tocó vivirla cuando me quedé sin empleo. Tengo la esperanza de seguir jugando, me siento bien, en condiciones. He venido entrenando con el Real Santander. No he estado inactivo”.
Texto y foto tomados de