¿Por qué las latas de refresco son cilíndricas y tienen la base curva?
Radio Diez de Marzo comparte:
Estamos tan habituados a tomarnos un refresco o una cerveza en una lata de 6 cm de diámetro, 12 centímetros de altura y con un contenido de 330 ml de líquido que su diseño nos pasa totalmente desapercibido.
Cuando un ingeniero se sienta, coge papel y lápiz y piensa en el diseño de un recipiente que pueda contener un líquido con gas, la primera idea que se desliza entre sus neuronas es buscar una forma en la que la presión interior se distribuya de forma homogénea.
Este primer planteamiento le lleva a diseñar latas circulares, con una circunferencia perfecta.
El problema de este planteamiento es que si pensamos en su sujeción en una superficie plana resultaría incómoda y muy poco práctica, además de que tanto el almacenaje como el transporte serían bastante engorrosos. Con la forma esférica el 26% del volumen apilado sería desaprovechado.
La alternativa pasa por una figura geométrica ortoédrica, es decir, un prisma rectangular ortogonal. En este caso la debilidad está en los bordes, puesto que serían puntos débiles que podrían romperse al ser golpeados o presionados. En román paladino, aunque con una lata ortoédrica habríamos optimizado el 100% el factor almacenaje, el coste se habría encarecido enormemente.
Facilidad de producción
La alternativa es el cilindro. Al realizar las latas prensadas en un molde con esta forma los ángulos y las esquinas dejan de ser un problema, siendo innecesario reforzar las esquinas para resistir el transporte. Además, esta forma resuelve de forma satisfactoria el problema del apilado, con un cilindro somos capaces de aprovechar hasta el 91% del volumen.
Una lata cilíndrica, por otra parte, tiene una simetría radial, añadiendo una cúpula en la base y redondeando las aristas se puede llegar a simular el estado de membrana, mediante el cual la presión interna aumenta la rigidez y evita la deformidad.
Una vez que las latas han sido elaboradas el siguiente paso es la impresión y barnizado.
El proceso de impresión de un cilindro es más sencillo –se realiza de una sola vez- que cuando tiene forma ortoédrica, ya que precisa cuatro pasos, siendo, por tanto, más costoso.
Si pensamos ahora en el proceso de empaque, resulta mucho más sencillo seguir una guía cilíndrica que una cuadrada, ya que a elevadas velocidades podrían chocar contra los rieles, mientras que la morfología cilíndrica rueda mucho mejor.
Más sostenible con el medio ambiente
Se calcula que para fabricar una lata de 33 cl es necesario contar con 310 cm 2 de materia prima en el caso de una forma cilíndrica, una cifra que se eleva a 340 cm 2 si se optase por una forma ortoédrica, por lo que la primera resulta mucho más ecológica.
En estos momentos el 70% del material con el que se fabrican las latas procede del reciclado, si a esto añadimos que cada segundo se fabrican unas 15.000 latas en todo el mundo -casi medio trillón al año- es fácil comprender que el proceso de fabricación es aún mucho más eficiente de lo que podríamos suponer a priori.
Por último vamos con el diámetro de las tapas de las latas de los refrescos, en las últimos seis décadas se ha reducido en seis milímetros -pasando de 60 mm a 54 mm- lo cual ha permitido ahorrar unos noventa millones de kilos de aluminio al año.
Así que ya sabe, la próxima vez que abra una lata, sea cual sea su contenido, lo que toca es brindar por la salud de la ingeniería, la rama de la ciencia que ha hecho posible este fantástico diseño.
Tomado de: https://www.abc.es/ciencia/latas-refresco-cilindricas-base-curva-20230127193530-nt.html