Todo el tiempo de Fidel

 

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Fidel con los pioneros durante un homenaje a José Martí en la Plaza de la Revoluciòn, La Habana. Foto: Jorge Oller

Publicado en el periódico GRANMA. Organo Oficial de CUBA.

Hijos de esta Isla como de otras tierras tienen algún relato, un encuentro, un anhelo, una impresión que contar, vinculada a la vida del líder de la Revolución Cubana; y que quieren compartir.

La historia de Cuba está indisolublemente unida a la figura de Fidel Castro, el hombre que llevó a cabo la mayor revolución social de Latinoamérica. Hijos de esta Isla como de otras tierras tienen algún relato, un encuentro, un anhelo, una impresión que contar, vinculada a la vida del líder de la Revolución Cubana.

Para compartir ese mundo de historias diluidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, nuestro periódico dispuso el correo electrónico tuhistoria@granma.cu, y la plataforma de comentarios en su página web.

A continuación seleccionamos algunas de las historias.

Nevalis Quintana Fernández

Mi abuela y Fidel: Historia de una foto.

Fidel Castro es de esos seres mágicos, reales, que queda guardado en el recuerdo de las personas que lo conocieron o tropezaron con su andar. En 90 años, el Gigante de la Sierra nos sigue invitando a desafiar la Historia, en generaciones de cubanos, amado por los suyos, vilipendiado por sus enemigos. Fidel es un regalo para nosotros. Fidel es Cuba. Esta es la historia de una foto de familia. Un instante de la Historia, desconocida. Colgada en un rincón de una pared derruida.

Ocurrió una noche de julio de 1978. La Habana celebraba el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Las delegaciones extranjeras participantes eran invitadas a ser recibidas en las calles habaneras. Mi abuela Elda María Chediak Chediak, descendiente de emigrantes libaneses (cuya sangre árabe también corre en mis venas cubanas) y sencilla presidenta de un C.D.R. se esmeraba en dar la bienvenida a los delegados de Chile, exiliados del régimen fascista de Augusto Pi­nochet. Festejaban con los vecinos del barrio, cuando de pronto una voz corrió veloz como una ráfaga:

—«¡Viene Fidel!». Apenas el jeep se detuvo y el hombre de verde olivo y barba rebelde bajó a saludar a los presentes. Un fotógrafo, una foto. Fidel, casi de espaldas, conversa con Isabel Allende Bussi, hija de Salvador Allende y miembro de la delegación de Chile. A su lado, de perfil, mi abuela Elda. Fueron pocos minutos y un instante captado.

Javier Román García. España

Mi país de procedencia es España, soy un chico revolucionario que se inspiró desde sus primeras andanzas en política en la Re­volución Cubana, y especialmente en Fidel; de ahí que me autodenomine «fidelista» cuando mis profesores se cuestionan mi rebeldía y me preguntan hacia qué corriente me inclino, siempre esperando que use palabras como derecha o izquierda. Mi ejemplo es Fidel; el mismo líder que transformó a una Isla colonizada y humillada —por mis tristes compatriotas y por los imperialistas de Estados Unidos— en un referente de esperanza, cambio, solidaridad y dignidad en el mundo. Fidel es sinónimo de lucha, humanidad, patria; Fidel es sinónimo de Cuba y Cuba es sinónimo de sonrisa. Fidel es el constructor de un país digno y feliz sin dependencia de nadie, con soberanía y no intervención de grandes potencias. Personalmente creo en la independencia, y siempre creí en la de Cuba, y espero seguir creyendo, porque la Revolución Cubana no es simplemente que no haya ningún niño durmiendo en la calle, que se trate a cada bebé en su nacimiento, que todo el mundo pueda acceder al Sistema Público de Sanidad y Educación o que la cifra de desnutrición sea del 0 %. La Revolución Cubana es un fenómeno que desde mi punto de vista joven, se encuentra en la conciencia de cada adolescente socialista. Muchos nos interesamos por los problemas de las clases bajas gracias a esta; muchos hicieron revolución en sus países gracias a esta, y ello merece un inmenso agradecimiento al valiente Comandante. Por último, creo que Fidel Castro es un hombre invicto, ya que ni la oligarquía, ni el gran Imperio pudieron derrotarlo; ni siquiera la muerte podrá con él, porque se encuentre o no su cuerpo, pise o no cada día el suelo de la Isla, sus ideas se encontrarán más vivas y más revolucionarias que nunca, ya sea en la cabeza rebelde de un estudiante español como yo, o en el día a día de un pueblo africano como el angoleño. ¡Gracias Fidel, de todos los revolucionarios españoles!

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