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Los comunistas quisieron llevar a los Beatles a Polonia para sabotear un acto del cardenal Wojtyla

Al final, el Gobierno polaco desistió de hacerlo, en 1966, para evitar la suma de dos concentraciones multitudinarias en Chestokowa que podrían haber originado un levantamiento

Pocas personas imaginaban que el cónclave del Vaticano, que comenzó hace cuarenta años, iba a a dar paso a uno de los pontificados más largos de la historia, y que el nuevo Papa encabezaría la Iglesia durante casi tres décadas. Uno de ellos fue el cardenal Stefan Wyszynski, primado de Polonia. Tras la elección, hace hoy 40 años, de Karol Wojtyla, futuro Juan Pablo II, sus palabras a su compatriota fueron proféticas: «Vas a introducir a la Iglesia en el su tercer milenio».

Wyszynski, el hombre que estuvo bajo un control constante del régimen comunista, vio la elección del Cardenal Wojtyla como un punto de inflexión en las relaciones entre la Iglesia polaca y el PC. El cardenal primado polaco subrayaba que «todos están felices en Polonia, incluidos nuestros hermanos rojos…Ellos piensan: Polonia no es tan mala y no se está tan mal aquí, ya que el Papa salió de estas tierras. Quizás el más triste soy yo, porque perdí al colaborador y ayudante más valiente y más cercano». Sin embargo, los agentes del régimen comunista intentaron durante años envenenar la relación entre los dos cardenales polacos. Entre 1976 y 1977, poco antes de salida de Wojtyla para Roma, una de las prioridades del Ministerio del Interior polaco fue enemistar a los arzobispos de Varsovia y de Cracovia. Las tentativas fallaron. Los cardenales siguieron siendo amigos hasta la muerte de Wyszynski en mayo de 1981. Pidió antes de fallecer de cáncer que rezaran no por él, sino por Juan Pablo II, herido unos días antes en un atentado en Roma por el turco Mehmet Ali Agca. Aunque no se ha establecido hasta hoy quién lo ordenó, la pista principal de la investigación se dirigió a Moscú. El juez de instrucción, Ferdinando Imposimato, señaló las conexiones del terrorista con los servicios secretos de la Bulgaria comunista, vinculada al Kremlin. El Papa sobrevivió y la profecía de Wyszynski se haría realidad.

Durante su vida, Wyszynski se acostumbró a los asesinatos, a la conspiración y a la sensación de la presencia de enemigos. Antes del final de la II Guerra Mundial, era el capellán de los soldados de la resistencia polaca que lucharon en el levantamiento de Varsovia contra los nazis alemanes. Tras la invasión de Polonia por parte del Ejército Rojo, el cardenal se convirtió en uno de los principales opositores al régimen y al mismo tiempo en objeto de vigilancia. Así lo confirman miles de documentos operativos de los servicios de seguridad comunistas. Wyszynski tomó las riendas de la Iglesia polaca de manera inesperada en 1948, según algunos historiadores «con ayuda» del régimen, después de la extraña muerte del primado August Hlond. Poco después murió en un inexplicable accidente de coche el obispo Stanislaw Kostka Lukomski, el principal candidato para sucederle. De acuerdo con una denuncia de uno de los informantes del Ministerio del Interior, en 1950, Hlond podría haber sido asesinado por un agente comunista durante la cirugía de apendicitis. El envenenamiento de la herida le causó complicaciones mortales.

Wyszynski se convirtió en el líder de la Iglesia Católica polaca com solo 47 años de edad. Sus raízes rurales facilitaron la lectura del contexto social, que inicialmente, simpatizaba com la economía planificada y centralizada introducida por los comunistas. El primado apoyó la nueva reforma agraria implementada por el gobierno y procuró alcanzar acuerdos con el régimen a cambio de la enseñanza de la religión en las escuelas y del funcionamiento de la Universidad Católica de Lublin. Estas actuaciones no fueron bien recibidas en el Vaticano. Las tentativas de mantener las buenas relaciones con el régimen fallaron. En 1953 el primado fue detenido y trasladado a un convento abandonado. Oficialmente nunca fue acusado, pero los comunistas quisieron presentarlo como un preso por actuar contra el Estado. Wyszynski cambió la prisión tres veces hasta su liberación en 1956. Durante su encarcelamiento estuvo acompañado por el padre Stanislaw Skorodecki y la hermana María Graczyk. Ambos, según los documentos del Ministerio de Interior, denunciaban detalladamente a los servicios secretos la conducta de Wyszynski en prisión. Cercado por los agentes del régimen el cardenal no cedió a sus presiones. Además, en su cantiverio preparó un programa pastoral para los próximos años, llamado la Gran Novena, que culminó en 1966. En este año coincidió el milenio de bautismo de la nación polaca con el aniversario de la fundación del Estado.

Para las autoridades comunistas el intento de conquistar el apoyo moral de la sociedad y frenar al mismo tiempo las grandes celebraciones religiosas fue tan elevada que se comprometieron a varios proyectos, como por ejemplo la construcción de mil escuelas para comemorar el milenario. Otra idea más extraña fue la organización de un concierto de los Beatles, ya mundialmente famosos, en una ciudad provinciana de Czestochowa. El evento iba servir para paralizar la gran celebración religiosa en el monasterio de Jasna Góra en Czestochowa del 3 de mayo, que albergó a medio millón de peregrinos. Al final, las autoridades comunistas renunciaron al proyecto, por temor a que dos grandes masas de personas pudieran dar lugar a disturbios similares a los de Poznan, donde en la década anterior una multitud rebelde luchó en las calles de la ciudad contra la milicia comunista y el ejército, provocando la muerte de 60 personas.
Las dificultades experimentadas por la Iglesia polaca en el período comunista actuaron paradójicamente a su favor. Cuanto más trataban frenar las celebraciones del milenio del Bautismo de Polonia, más masivas se tornaban las ceremonias religiosas. La cumbre de la desesperación del régimen fue el arresto policial del retrato de la Madre de Dios en su peregrinación a través de las parroquias polacas.
La persecución de la Iglesia polaca y de su líder obtuvieron su reconocimiento a este lado del Telón de Acero, donde, a pesar de la libertad, el número de fieles iba disminuyendo gradualmente. Uno de los admiradores del episcopado polaco fue el arzobispo de Viena, el cardenal Franz Koenig. Para el austríaco, Wyszynski fue un ejemplo por su martirio y su firmeza. Koenig recordó cómo el cardenal polaco resaltaba que, pese a las nacionalizaciones de bienes de la Iglesia, el número de creyentes había aumentado. Fue Koenig quien le propuso por primera vez, antes de la votación decisiva del 16 de octubre de 1978, la candidatura del joven cardenal Karol Wojtyla como Papa. La idea de Koenig salió adelante. Después de la elección, el cardenal de Viena fue el primero en felicitar al nuevo Papa. Juan Pablo II respondió: «Es por su culpa…».

Textos tomados de 

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